sábado, 10 de agosto de 2019

MIS POEMAS EN LA ANTOLOGÍA DE POETAS ANDALUCES



















Si pinchas el link ut infra podrás ver algo de la poesía que escribo, aunque, solo en parte, ya está reflejada en esta website,  pero  el refrán afirma que lo que abunda no daña
https://fernando-sabido-andalucia.blogspot.com/2013/01/1435-eduardo-saenz-de-varona.html
















El autor del Prólogo Joaquín Cestino (1937-2018)









LA POESÍA Y LA VIDA (PRÓLOGO)





En la edición del año 1803 del diccionario de la Real Academia Española se definía la poesía como la imitación ficticia en verso de la naturaleza para enseñanza y deleite de los hombres. Mucho después, en el año 1992, y también en el diccionario de la lengua española, la poesía era la manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa.

Mucho han cambiado los tiempos como para que definiciones como las citadas puedan mantenerse. Porque, por otra parte, es claro que los diccionarios no pueden definir la poesía, o lo hacen de forma muy limitada y discursiva. Tampoco el amor, la hermosura, la felicidad o los colores pueden definirse.



La poesía de la naturaleza sale con el sol y viaja por la noche a las estrellas, navega con las nubes, vuela con las aves, se mueve entre las hojas de los árboles, se eleva hasta las cumbres de las más altas montañas, y se refugia entre las sombras de las olas que mueren en las playas.

El hombre es parte de la naturaleza y siente su propia poesía. El hombre canta al amor y al dolor, a la proximidad y a la ausencia, a las alegrías y a las tristezas, a sus conquistas y a sus fracasos.
Pero esa poesía humana necesita la palabra. El lenguaje.
Y desde el origen de la especie y la profundidad de los siglos, el hombre, recién llegado a la naturaleza, le ruega a sus dioses, relata sus luchas, y deja memoria de sus viajes y aventuras.

En tiempos pasados las artes fueron la arquitectura, la escultura, la danza, la música y la pintura. Todas sin excepción buscaban la belleza.
Hoy las artes, sin normas ni reglas, expresan las sensaciones, las angustias y las obsesiones del hombre. Tratan frecuentemente de provocar el asombro, llamar a la estupefacción, o incluso llevarnos a la repulsión. Puede el arte actual llegar a ser violento, depravado o sórdido.

La poesía es algo más que un arte. No busca solo la belleza, sino que nos trasmite las emociones del verdadero poeta. Y si esas sensaciones logran alcanzar la percepción del que lee o escucha un poema, entonces se produce el milagro. El ánimo se eleva, se hacen presentes las imágenes sentidas, y las palabras del poeta logran que el espíritu trascienda hacia regiones alejadas del discurrir humano. El intelecto descubre nuevos territorios, y como dijo Borges, surge la revelación de la vida y el misterio.
La poesía no es literatura porque ser escritor es tener un oficio y ser poeta es poseer una cualidad. Por eso, se ha dicho que los poetas tienen el esplendor magnético y la esencia de lo sagrado, y Joseph Brodsky escribió que la poesía es la forma suprema de la expresión humana y el camino más corto hacia la conciencia.
La poesía ha de ser viva y nunca podrá ser artificiosa. Debe olvidar sus antiguas limitaciones de rimas, metro y metáforas, y cabalgar, nueva, sencilla, limpia y poderosa, sobre las emociones del mundo y de la vida.
Solo el ritmo y el tono son aceptables en la creación poética. Y en este sentido habremos de aceptar lo que dijo Léopold Sédar Senghor cuando afirmó que la poesía es completa al convertirse en canto y debe por tanto volver a sus orígenes, en tiempos en que fue cantada y bailada.
Pero la esencia de la poesía siempre permanecerá oculta. Y es el poeta Álvaro García el que nos da alguna luz sobre el misterio al decirnos que creemos, con frecuencia, que hace falta vivir mucho para escribir. Que hace falta incluso experiencia de la vida. Pero quizá lo que haga más falta es capacidad de descubrimiento, de imagen. La poesía es una renovación de nuestro trato con las cosas, salvadas de un naufragio esencial, tan esencial como el misterio de nacer o morir: pudimos no tener las cosas, no ser cosa alguna, nosotros, no nacer, y sin embargo estamos: y ahí están las cosas ...

La poesía de Eduardo Sáenz de Varona, un poeta culto y sensible, es moderna y actual.

Nos presenta ahora su nuevo libro de poemas Como nace un deseo sobre torres de espanto que toma su título de un verso de la obra La Realidad y el Deseo de Luis Cernuda, al que apasionadamente se le rinde homenaje en las páginas finales del libro que comentamos.
Consta este libro de Sáenz de Varona de dos partes bien diferenciadas. En la primera se incluyen dieciocho poemas, y catorce relatos poéticos en la segunda.
Se inicia el poemario con los versos de El Extranjero, en los que el paisaje de fondo, alejado de la ciudad tecnificada y fría, queda dibujado por el sol, el polvo del camino, los resecos arbustos, el mar, los pinos ... y la fuerza de la vida viene dada por los cuatro resplandecientes versos

¿Qué vendes, oh joven turbia
con los senos al aire?
Vendo, señor, el agua
de los mares

La poesía de Eduardo Sáenz de Varona se enmarca en el calor de la naturaleza: el mar enfurecido y el tibio sol de primavera (en Unas margaritas amarillas), una gaviota que cruza y montes azules (en La puerta de la vida), o los cormoranes (en Impresión de mañana de domingo en abril). Y cita también el poeta los lugares por los que discurren sus vivencias: Sanlúcar, Algeciras, Calpe-Gibraltar, Jimena de la Frontera, Tarifa, y las costas y montes africanos. Al final del poema Luz de otoño, los versos

Luz tamizada del temprano otoño
que indolente se cierne
en la azotea teñida de blanco y añil

parecen ser una clara imagen de la cercana y luminosa ciudad de Tánger.

Una constante en el poemario es el detenimiento en las referencias culturales cercanas al espíritu de Sáenz de Varona. A lo largo de sus páginas aparecen citas de Cernuda, Tagore, Baudelaire, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, y versos de García Lorca, San Juan de la Cruz o Rilke, que sin duda enriquecen el contenido, por sí mismo valioso, del libro. 
Y en relación con el amor del poeta por la pintura, se mencionan entre otros al neoimpresionista Seurat y al barroco Poussin. 
Pero donde los versos de Como nace un deseo sobre torres de espanto alcanzan la 

mayor intensidad es en su enfrentamiento con las preguntas nunca contestadas que condicionan la vida del hombre. Así, en el poema titulado El extranjero leemos

Esta tarde estás buscando el calor de la vida

y en Los gatos orientales surge la angustia en los siguientes versos:

¿Por qué esta angustia?
y te vuelvo a narrar esas historias orientales:
los chinos ven la hora en los ojos de los gatos ...
la respuesta está en la vida

En el citado poema Unas margaritas amarillas el autor contesta poéticamente a la eterna pregunta de la metafísica:

¿Qué es la vida? ...
una ilusión rota
una música perdida en la tarde
la sonrisa amable del anciano

Y de nuevo se cuestiona la vida en Guardia de voces:
Se está cruzando
la muerte con la vida.
Juego cruel,           encuentro, despedida.

o en el poema La noche más solitaria de todas:

En este horizonte
 estás caminando          despacio, esperando
que llegue el ocaso      sin intentar apenas
variar el rumbo que te marca           la vida

En otros poemas regresan las obsesiones no resueltas del hombre: la angustia, la soledad, el desamparo, la búsqueda, el amor no correspondido. Y se insiste: ¿Por 
qué la vida va pasando ... dejando ...su cerco de ceniza? Aunque, finalmente, en el último poema Impresión de mañana de domingo en abril parece renacer la ilusión por la vida:




                                              

Y la rosa de Juan Ramón
y el magnolio de Cernuda
y tantas cosas.
Un rayo de sol ...
es lo único que importa


  



y también recordamos la bellísima imagen que el poeta recrea en El exilio: su particular memoria de la duquesa de Medina Sidonia:


                                              

En un sillón de mimbre
la figura recogida, el pelo corto
alguien escribe








Catorce relatos o narraciones poéticas componen la segunda parte del libro Como nace un deseo sobre torres de espanto de Eduardo Sáenz de Varona.




Vuelven aquí algunas de las constantes reflexiones que persiguen al narrador: la angustia de alejarnos de lo que deseamos, los pensamientos que solo parecen ceder ante la comunicación deseada, el encuentro buscado en la senda dolorida de la vida (Kierkegaard I), o el amor deseado que no llega, la soledad sin término (A Clara Larraque).





Y en Kierkegaard II, aparecen otra vez las dudas metafísicas y se habla del amor destrozado y la esperanza perdida. Sin embargo, el poeta es capaz todavía de gritar que nuestra esperanza es la vida.





Hay en el libro un breve y poético relato en lengua inglesa, y siguen otras narraciones que recogen nostálgicos recuerdos afines a la cultura popular andaluza: la Semana Santa y la Feria de Sevilla en el prado de San Sebastián.

Resplandece por un momento la vida en las palabras que rescatan los momentos vividos una noche en la plaza de Leidseplein en Amsterdam. Luces, flores, colores, alegría, libertad. El poeta siente ahora la fuerza del espíritu y nos hace comprender que el hombre lo puede todo.

Avanzan las narraciones poéticas de Sáenz de Varona con los párrafos de Willy Bellotti en el mar que contienen toda una profunda y real exaltación de la amistad reposada junto a los lugares que se aman. Y en El ciclo del viejo arpa retornan los montes azules y el sol de la infancia.

Termina el libro Como nace un deseo sobre torres de espanto con tres relatos precedidos por una cita del poeta Horacio Carpe diem quam minimum crédula postero (Aprovecha el día cuanto menos creas en el que ha de llegar) que nos invita a vivir plenamente el presente sin esperar los días venideros.
Dos de estas narraciones (El Jardín de Bruna en Sevilla y El otro homenaje a Luis Cernuda) constituyen apasionadas, profundas, íntimas, nostálgicas y enormemente valiosas creaciones que recuerdan al perdido poeta sevillano. Citas y referencias literarias iluminan esos textos.


Y entre ellas, y como sin quererlo, se desliza el relato titulado El Bornizo cuyas líneas, bajo el olor del corcho recién nacido o tomado, y la compañía de hortensias y de helechos en el húmedo monte, nos muestran toda la fuerza vital del poeta y nos conducen hacia el poético erotismo de las imágenes evocadas.

Estamos, en suma, ante un nuevo libro de poemas y narraciones poéticas de Eduardo Sáenz de Varona 
que revelan la sensibilidad, la cultura, la notable erudición, la pericia literaria y la inspiración de su fecundo autor.

  
                                               
Cubierta del libro
   





El pintor y poeta Juan Gómez Macías, autor de la cubierta

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