Retrato imaginario de Cristina de Noruega |
Cualquier viajero que haga un alto en su camino hacia
Burgos y se asome a la ribera del
Arlanza descubrirá Covarrubias, cuna de Castilla, uno de los pueblos más bellos
de España. Pero solo un viajero avisado comprenderá por qué junto a la plaza
del rey Chindasvinto, la rotonda de la Infanta doña Urraca, la plazuela de doña
Sancha, surge una calle de nombre inopinado: la solana de Cristina de Noruega.
¿Cómo es que una nórdica ocupa un puesto de honor en el
corazón de Castilla?
Ésta es la historia de amor de una infanta de Castilla
Detalle del sepulcro del infante Felipe de Castilla |
Felipe de Castilla, quinto hijo varón de Fernando III el Santo,
no estaba, a diferencia de su padre, obsesionado por la virtud. Nacido en 1228
se vio destinado desde la niñez al estado eclesiástico y puesto bajo el control
del arzobispo de Toledo quien, con el fin de animarlo, lo nombró canónigo
cuando solo contaba doce años.
Un lustro después el cabildo de Valladolid eligió abad a don
Felipe y lo enviaron, con la mejor intención, a París a las clases que impartía
San Alberto Magno, con alumnos tan aventajados como Santo Tomás de Aquino.
Pero en la capital del Sena, pese a sus ejemplares compañeros
y maestros, pronto se vio que no atraían tanto al infante las enseñanzas
universitarias cuanto los goces terrenales, por lo que fue reintegrado al
galope a Castilla y preconizado obispo de Osma, aunque su consagración no se
llevó a efecto debido a su juventud y al
hecho de que como, nos dice un cronista, desde
su regreso de Francia todo era bueno para su generosa naturaleza con tal que
fuesen mujeres.
Miniatura de Fernando III. Catedral de Santiago de Compostela |
En 1248, cuando Felipe acababa de cumplir veinte años, su
padre, empecinado en la carrera eclesiástica del infante, lo hizo nombrar abad
de Covarrubias, a la espera de auparle hasta la archidiócesis de Sevilla,
recién conquistada al Islam.
Hay que advertir que Felipe nunca llegó a recibir las órdenes
sagradas y que sus titulaciones eclesiásticas no pasaban de significar para él
más que el goce de ricas prebendas, toleradas por Bula de la Santa Sede, harto
agradecida al rey santo, a quien el papa, que no se atrevía a canonizarlo en
vida, titulaba atleta de la cristiandad.
Alfonso X en una miniatura medieval del Libro de los Juegos |
Tumba de Alfoso X. .Capilla Real, catedral de Sevilla |
Cinco años después de la muerte del buen monarca, su primogénito y sucesor Alfonso X el Sabio, interesado en problemas ajenos a la reconquista, concertó una alianza con el reino de Noruega, estipulándose que el soberano escandinavo, Haakon IV Haakkonsson, enviaría a Castilla a su hija Cristina para que se casara con uno de los hermanos del rey hispano, el que ella eligiese.
Haakon IV |
Al igual que el rey Alfonso X, responsable, entre otras cosas, de numerosas traducciones al castellano de textos en latín y en árabe, Haakon Haakonson mandó traducir textos de origen latín y francés al noruego y ambos participaron personalmente en enriquecer los conocimientos de otras culturas cercanas.
Alfonso X ambicionaba, como otros príncipes de su tiempo,
alcanzar el solio del Sacro Imperio Romano Germánico – basándose en derechos
provenientes de su madre la alemana Beatriz de Suabia – para lo cual buscaba
apoyos en Europa. El rey noruego, por su parte, estaba en guerra con los
daneses y también necesitaba adictos. Los confesores de ambos monarcas, - que se
conocieron bien pues coincidieron en París durante sus estudios de Teología, - perpetraron el pacto, reputado entonces de inusual entre países
tan alejados. Cristina fue dotada con
pieles blancas y grises, objetos de oro y plata quemada y tal lujo de regalos
que nunca antes se conociera
Si extravagante pudo parecer en aquella época a los
castellanos que se permitiese a una mujer escoger marido, más chocante debió
resultarles la llegada de aquella rubia vikinga. Catalanas, portuguesas,
francesas, italianas, alemanas y hasta una polaca habían desfilado ya por la
casa real de Castilla, pero la noruega, a fuer de su lejanía, resultaba
exótica.
Una preciosa crónica escandinava (vid. Þórðarson, Sturla (trad. G.W.
Dasent): The Saga of Hakon and a Fragment of the Saga of Magnus with
Appendices. Rerum
Britannicarum Medii Ævi Scriptores, vol.88.4, Londres, (1894, repr. 1964)
recoge con minuciosidad el viaje, que conceptúa extraordinario, de nuestra
primera turista nórdica.
Primera página de la saga del islandés Sturla Tordsson |
La saga del islandés Sturla Tordsson |
La princesa Cristina, nacida en la ciudad de Bergen, tenía
veintitrés años, y una comitiva de más de ciento veinte personas embarcó en el
otoño de 1257 con dirección al puerto inglés de Yarmouth. De allí pasó a
Normandía y, por tierra, continuó hasta Narbona. Pedro, obispo de Hamar, había
sido escogido por el rey para conducir a la novia con los máximos honores. Por
Gerona se encaminaron a Barcelona, donde el propio rey Jaime I el Conquistador
(suegro del rey Sabio, que estaba casado con su hija Violante de Aragón) llevó
su galantería a tomar la brida del caballo de la princesa (vid. obra citada
anteriormente). Pasó la comitiva por Soria, Burgos y Palencia, llegando
finalmente a Valladolid el once de enero de 1258, donde esperaba la corte de
Castilla. El cronista escandinavo atestigua, tal vez con cierta exageración: iba nuestra princesa enamorando por donde
pasaba.
El viaje de Cristina de Noruega |
El cronista Sturla Tordsson (1214 – 1284), ya citado, prosigue con su saga.
Alfonso X describe a sus hermanos uno a uno:
Fadrique, viudo, grave y estudioso, con el labio partido en un accidente de caza
Sancho, piadoso y etéreo, con la mirada puesta en los cielos
Enrique, a la sazón ausente del reino, gran conocedor de caballos, algo rebelde y tortuoso.
Al final de la lista el rey traza la semblanza de Felipe, arzobispo electo de Sevilla (aunque poco inclinado a la mitra), alegre, gallardo y calavera
Cristina, excusado es decirlo, se decidió por Felipe.
Al conocerse la elección de Cristina, Alfonso X permitió a su
hermano reincorporarse al estado seglar, que en puridad nunca había abandonado.
La boda se celebró en la Colegiata de Santa María de Valladolid el 31 de marzo
de 1258.
Colegiata de Santa María de Valladolid |
Después el cortejo retornó a Noruega y los recién casados, favorecidos por muchas mercedes, establecieron su residencia en el Alcázar de
Sevilla, donde entonces residía la corte de Castilla
y apenas transcurridos cuatro años, falleció la nueva infanta, sin haber logrado sucesión, debido al excesivo calor de Andalucía con respecto al frío clima de Noruega, según sugiere un tratadista. Felipe ordenó que el cadáver de su mujer recibiera sepultura en la magnífica Colegiata de Covarrubias, de la que antaño gozara el privilegio abacial.
La princesa llegada del frío reposaría en la cuna de Castilla.
y apenas transcurridos cuatro años, falleció la nueva infanta, sin haber logrado sucesión, debido al excesivo calor de Andalucía con respecto al frío clima de Noruega, según sugiere un tratadista. Felipe ordenó que el cadáver de su mujer recibiera sepultura en la magnífica Colegiata de Covarrubias, de la que antaño gozara el privilegio abacial.
La princesa llegada del frío reposaría en la cuna de Castilla.
Claustro ojival de la Colegiata (1887) dibujo de Miguel Joarizti |
Colegiata de Covarrubias en la actualidad |
Durante largos siglos yació ignorada,
perdiéndose el rastro de su memoria. Dicen que ese silencio lo impuso el
rey Alfonso X porque ella representaba el doloroso recuerdo de su frustrada
aspiración política al Sacro Imperio Romano Germánico o, quizá, el malogrado amor de su hermano Felipe.
En el año 1958, con motivo de unas obras propiciadas por la Institución Fernán González, se encontró un sepulcro situado en el claustro de la Colegiata. En su interior guardaba el esqueleto parcialmente momificado de una mujer alta, ataviada con ricos ropajes y joyas regias, que aún conservaba las uñas y el pelo rubio. El dictamen fue concluyente: era la princesa Cristina, infanta de Castilla.
Junto a su cuerpo, como hemos dicho casi en su totalidad bien conservado, se halló un pergamino con una receta para curar el mal de oído y unos versos, tal vez como muestra del amor constante más allá de la muerte.
¿Murió acaso de meningitis la infanta o quizá se marchitó, añorando sus fiordos, al no aclimatarse a la tierra de Felipe?
En el año 1958, con motivo de unas obras propiciadas por la Institución Fernán González, se encontró un sepulcro situado en el claustro de la Colegiata. En su interior guardaba el esqueleto parcialmente momificado de una mujer alta, ataviada con ricos ropajes y joyas regias, que aún conservaba las uñas y el pelo rubio. El dictamen fue concluyente: era la princesa Cristina, infanta de Castilla.
Junto a su cuerpo, como hemos dicho casi en su totalidad bien conservado, se halló un pergamino con una receta para curar el mal de oído y unos versos, tal vez como muestra del amor constante más allá de la muerte.
¿Murió acaso de meningitis la infanta o quizá se marchitó, añorando sus fiordos, al no aclimatarse a la tierra de Felipe?
A veces, cuando la ciudad duerme, el rumor del Arlanza trae
los versos del poeta, entonados por una dulce voz femenina con acento
extranjero:
No me busques en los montes por altos que sean, ni me busques en el mar por grande que te parezca...
Tumba de Cristina de Noruega |
Felipe sobrevivió doce años a Cristina y volvió a casarse con
Leonor Rodríguez de Castro, hija del Señor de Castrojeriz, que le dio dos hijos
y junto a la que está enterrado en Villalcázar de Sirga, cerca de Carrión de
los Condes.
Sepulcros del infante Felipe de Castilla y de su segunda esposa, en primer término. Iglesia de Santa María la Blanca de Villalcázar de Sirga. |
La crónica de Cristina de Noruega, antes citada, muy viva en
su tierra – donde aún se representan obras de teatro que recuerdan su viaje a
Castilla – volvió a tener eco en España, siete siglos después de su muerte,
gracias a los esfuerzos de don Rufino Vargas Blanco (1890-1971) y su sucesor, don Francisco
Gómez Oña, arciprestes de Covarrubias. Ambos sacerdotes, en conjunción con la
diplomacia noruega, se embarcaron en la tarea de recuperar la memoria de
aquella love story medieval.
En 1958 el embajador noruego en España descubrió sobre la
tumba de la infanta (un sepulcro gótico, de piedra labrada con una arquería de
diez vanos y un friso superior de roleos), que se halla en el claustro del
templo, una lápida conmemorativa.
En 1978 la ciudad noruega de Tonsberg, antigua residencia
real de la familia de Haakon IV, tras hermanarse con Covarrubias, donó a la
población castellana una hermosa y estilizada estatua, reparadora de un olvido inicuo y de la que quedan prendados, irremisiblemente, los visitantes. Se alza
en la solana que lleva su nombre
La estatua de Cristina, infanta de Castilla, donada por Tonsberg |
Estatua de Cristina de Noruega en Covarrubias |
Leyenda al pie de la estatua |
En 1992 se creó en Madrid la Fundación Cristina de Noruega,
patrocinada por la reina Sonia, esposa de Harald V, el monarca que hoy reina en
Oslo, y que tiene por objeto promover el intercambio cultural hispano-noruego.
Sonia y Harald de Noruega |
El 18 de septiembre de 2011, a unos tres
kilómetros de Covarrubias tuvo lugar la inauguración de la capilla de San Olav,
realizada en acero laminado y madera, promovida por la Fundación Princesa Cristina
de Noruega y la Junta de Castilla y León, cumpliéndose así la promesa que le
hizo su marido y que quedó sin cumplir por su prematura muerte. Porque su primer ruego a don Felipe fue que hiciera
construir una iglesia al santo rey Olav, a lo que en seguida dijo éste que sí.
No había necesidad de muchas palabras, pues todo lo que pedía se hizo. ( vid. F. Badia, Boletín de la Institución
Fernán González. 2º sem. 1972, Año 5[1], n. 179, pag. 434) .
Setecientos cincuenta años después de su fallecimiento Cristina de Noruega vio cumplido el deseo que su prematura muerte impidió.
Junto a la tumba de Cristina – visitada por los muchos
nórdicos que vienen a nuestro país – se colocó, según costumbre escandinava, una
campana.
En Covarrubias existe una leyenda que dice que aquellas mujeres que hagan sonar la campana encontrarán pareja en el plazo de un año.
En Covarrubias existe una leyenda que dice que aquellas mujeres que hagan sonar la campana encontrarán pareja en el plazo de un año.
Campana, a través de la cual Cristina de Noruega, infanta de
Castilla, da felicidad a cuantas mujeres van en pos del amor que ella disfrutó de modo
tan fugaz.
Pero sin duda lo más importante es el legado de la princesa Cristina que ha sido forjar la alianza hispano-noruega, especialmente manifestada en Covarrubias.
Pero sin duda lo más importante es el legado de la princesa Cristina que ha sido forjar la alianza hispano-noruega, especialmente manifestada en Covarrubias.
La campana del amor |
Cuadro de la princesa Cristina en la ermita de San Olav |
Bibliografía
Álvarez Palenzuela, Vicente (coord.) Historia de España en la Edad
Media. Ed.Ariel, Barcelona, 2002.
O’Callaghan, Joseph F. El Rey Sabio.
Universidad de Sevilla, Sevilla, 1996.
Pérez
Algar, Felix. Alfonso X el Sabio: Biografía. Ed. Studium Generalis, Madrid,
1997
Valdeón Baruque, Julio. Alfonso X el
Sabio. La forja de la España Moderna. Ed. Temas de Hoy, Madrid,
2003.
Þórðarson,
Sturla (trad. G.W. Dasent): The Saga of Hakon and a Fragment of the Saga of
Magnus with Appendices. Rerum
Britannicarum Medii Ævi Scriptores, vol.88.4, Londres, (1894, repr. 1964)
Balansó, Juan. Las alhajas exportadas. Ed. Plaza & Janés, Barcelona, 2000
Balansó, Juan. Las alhajas exportadas. Ed. Plaza & Janés, Barcelona, 2000
Bedia, F. Cristina
de Noruega, infanta de Castilla. Boletín
de la Institución Fernán González. 2º sem. 1972, Año 5[1], n. 179. Ed. Institución Fernán González
Álvarez Palenzuela, Vicente (coord.)
Historia Universal de la Edad Media. Ed. Ariel, Barcelona, 2002.
Vargas Blanco, Rufino, En torno a la boda del Infante don Felipe de Castilla y doña
Cristina, Infanta de Noruega. Boletín de la Institución Fernán González. 2º sem. 1968, Año
4[7], n. 171 p. 380-381. Ed. Institución Fernán González
Escudo actual de Castilla y León |
Escudo actual de Noruega |
Vídeo noruego sobre la historia de amor de Cristina
CREO QUE TRAS TANTOS AÑOS MUERTA, SIGUE ENAMORANDONOS
ResponderEliminarSiento no haber visto su comentario antes. Muchas gracias por leerme. Un saludo
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