Organizado por la Asociación Hércules de las Artes y de
las Letras,
Puerto Sotogrande S.A.
y la Asociación Cultural de Sotogrande
y con
motivo del pasado Día Internacional del Libro ayer tuvo lugar el 2º Encuentro
de Escritores en Sotogrande que reunió a escritores y poetas del Campo de Gibraltar
y Málaga, que hablaron de sus obras ya publicadas o próximas a serlo.
En el Acto participaron: el escritor y crítico de arte actual
que suscribe estas líneas ( y que por enfermedad de Nurya Ruiz – presidenta de la
Asociación Hércules de las Artes y de las Letras –presentó a los
escritores con la colaboración de Eli Ramos, Gerente en Comunicación y RRHH de Puerto Sotogrande ),
Nurya Ruiz
Juan Emilio Ríos Vera,
poeta, presidente del Ateneo de
Algeciras y de la Sección VI de
Literatura, Filología y Ciencias de la Información del Instituto de Estudios
Campogibraltareños, Carmen Sánchez Melgar, poeta y autora de varios libros de
poesía, Maribel Sánchez, poeta y novelista, la
escritora algecireña Emy Luna, la escritora linense Conchi Collado, la
escritora tangerina y exsecretaria particular en el Gabinete de Presidencia del
Gobierno, en los gobiernos de Leopoldo Calvo-Sotelo y Felipe González Paquita
Saavedra Barnusell,
Eduardo Sáenz de Varona, Ángeles Chozas y Conchi Collado
Conchi Collado y Emy Luna
Conchi y Maribel Sánchez
Rogelio Martínez, Ahmet Ksiri, Carmen Sánchez Melgar, Adrian van Loon y Paquita Saavedra
la escritora sanroqueña Ángeles Chozas, que acaba de
presentar un libro sobre Rosalinda Fox,
el escritor algecireño Gonzalo Gala, los
malagueños Rogelio Martínez, poeta y novelista y Ahmed Ksiri, presidente del
Ateneo de Manilva. Adrián van Loon, presidente de la Asociación Cultural de Sotogrande
dirigió unas palabras de bienvenida a todos los presentes.
Eduardo, Ángeles, Conchi, Maribel, Juan Emilio Ríos, Gonzalo Gala y Rogelio
Foto de familia
Foto de familia. A la dcha. en primer plano Eli Ramos y Eduardo
Hubo un especial recuerdo para la artista Blanca Orozco,
fallecida prematuramente a los 42 años, en enero de 2019;
Adenda 1: Debo agradecer su asistencia al Acto a mis amigas Ana
Hidalgo, Belén Lefler y Nena Uriarte.
Adenda 2:Y también debemos
dar las gracias a El Almacéndel Puerto quenos provee del anfiteatro para el Acto, al equipo de
sonido y a los medios de comunicación que, amablemente, difundieron este
Encuentro
Luis Cernuda (1902-1963) en el Paseo de Colón. Sevilla 1934
Joaquín Romero Murube (1904-1969)
El 5 de noviembre de 1963 un poeta sevillano, transterrado y
maldito, fallece en Coyoacán (México DF). Esa fecha la ignoran los periódicos
españoles de la época. Pero la oscura noticia sí tuvo su reflejo en la prensa
de su ciudad natal pues el poeta y Conservador del Alcázar sevillano Joaquín
Romero Murube (1904-1969), muy vinculado a los poetas del 27 y amigo de
Cernuda, tuvo el valor de publicar (dadas las circunstancias políticas
imperantes) en ABC de Sevilla un bello artículo dedicado a la muerte de Luis
Cernuda. El artículo se titulaba Responso difícil por unpoeta sevillano, y lo
publicó el domingo 10 de noviembre de 1963.
Este es el texto de dicho artículo:
Hoy que la muerte te pone tan cercano, he ido a buscarte por
todos los rincones del recuerdo...
Niño de la calle Acetres, en aquel patio de luces grises y
corredor alto encristalado, por donde las rendijas del aire metían cuchillos de
frío...
Colegial con asistente por los pabellones del cuartel de
ingenieros — Colegio en la calle Alcázares —, aún sin construir ese enorme tejado
de bodega con torres que es, en cierto modo, la Plaza de España...
Universitario de la calle del Aire, comenzando ya a reunir tu
enorme capacidad de desprecio, de asco, de soledad y lejanía... Poeta en el mundo... Sevilla,Madrid, Londres,California,
México...
Y hoy, la muerte. Cinco líneas perdidas en el noticiario de
toda la tierra: «Ha muerto el poeta sevillano Luis Cernuda». Muerte
repentina. Fue a México a saludar a unos amigos… Y aquí, en tu rincón nativo...
Hubiéramos callado en la espera de cristalizaciones
ordenadas. Pero mañana, ese crítico impertinente y equivocado, preguntará:
¿Acusaron allí que moría un poeta decisivo, hijo del aire de su ciudad, de su
luz y de su hondura?...
Es pronto. Es pronto para decir todo el sevillanismo que
encierra la obra poética de Luis Cernuda. Formal y sustancialmente. Se habla de
influencias inglesas. De poesía meditativa. Se acarrean nombres y valores.
Pedimos tregua y decantación. Entre Bécquer y la Epístola Moral, pasando por Rimbaud,
Baudelaire y el surrealismo del año veintitantos. Y todo ello presidido por la
belleza y la muerte en todo instante presentida.
Poeta amargo, desolador. Un sevillano difícil abre en la
moderna lírica española la cima más alucinante del desprecio.
En toda su obra,
no se nombra la ciudad. Y sin embargo Sevilla está allí, latente, pluralmente
referida. «Ocnos» es el libro
sevillano de más fina, difícil, alta alusión y paisaje.
Nunca más lograda una disciplina intelectual en el ejercicio
deuna vocación servida con constancia y heroísmo dolorosos. Quizás le quite
altura a esta nobleza, el blasonar de ella... Pero contra esta minucia que
humaniza paradójicamente el más férreo concepto de la deshumanización en una
persona solitaria, valoremos lo que cuenta en la suprema balanza de la poesía.
Logró expresar la belleza. Fue tocado por la gracia de sus dioses.
He aquí — «La realidad
y el deseo» — otro factor decisivo para el que quiera adentrarse en el
conocimiento de un sevillanismo medular. En esos dos polos supremos que hacen
girar la poesía de Cernuda, ¿cuánto pone Sevilla y su ancestral pedagogía?
Incluso en el quiebro y derrumbe de todas las ortodoxias, ¿cuánto pone Sevilla
y su vorágine espiritual? ¡Qué fácil es la corticalidad del sevillanismo al
uso! ¡Qué fácil y qué lejano de la verdad de lo auténtico!
Hay mucho de amargo en su obra y tanto que nos resulta
intolerable. Pero volveremos siempre al puro caudal de su belleza expresiva, de
su sinceridad, de su sevillanía huyendo de Sevilla...
A esa tumba mexicana que guarda los restos de un raro,
peregrino poeta sevillano, en este noviembre agrio y ventolero, con nuestra
oración, enviamos un poco de humedad de calle, patio gris, y mármoles
sevillanos. No hay flores. Aún no hay violetas, ni tulipanes amarillos tan
bienquistos por el muerto.
Lloran los últimos jazmines, ya sin alma de olor.
Y
un nardo postrero se ennegrece con el frío de lo que acaba.
Joaquín Romero Murube
ABC de Sevilla / Domingo, 10 de noviembre de 1963
De izqda. a dcha. Joaquín Romero Murube, Jorge Guillén, Gª Lorca, José Antonio Rubio Sacristán y Pepín Bello. Sevilla, 1935
El bellísimo libro de Romero Murube
LUGAR
La luz agria de tu barrio me ronda con tus cristales. Por entre mis manos fluye el agua añil de la tarde. El aire queda vencido en la pared de mi carne. Las esquinas giran locas alrededor de mi talle. Pájaros perdidos cantan porque mi lengua no hable. La llama de mis cabellos negra se tuerce en el aire. Por el cielo va deshecha la flor de mis voluntades. ¡Ay, se me corta la vida en el cristal de esta tarde!.
Joaquín Romero Murube
LOS ESPINOS
Verdor nuevo los espinos
Tienen ya por la colina,
Toda la púrpura y nieve
En el aire estremecida.
Cuántos ciclos florecidos
Les has visto; aunque a la cita
Ellos serán siempre fieles,
Tú no lo serás un día.
Antes que la sombra caiga,
Aprende cómo es la dicha
Ante los espinos blancos
Y rojos en flor. Ve. Mira.
Luis Cernuda
La tumba de Luis Cernuda en el Panteón Jardín de México DF
Publicado por
la Fundación Cajasol con motivo del cincuenta aniversario de la muerte de Luis
Cernuda, coordinado por Ismael Yebra y portada de Carmen Laffón
Cernuda en los jardines del Alcázar, su lugar preferido de Sevilla. 1928
Luis Cernuda en casa de Concha Méndez, Coyoacán, México D. F. (Foto de Tomás Montero, 1962)
Si el hombre pudiera decir, un poema de Luis Cernuda leído por el poeta
Si el hombre
pudiera decir lo que ama,
si el hombre
pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube
en la luz;
si como muros
que se derrumban,
para saludar
la verdad erguida en medio,
pudiera
derrumbar su cuerpo,
dejando sólo
la verdad de su amor,
la verdad de
sí mismo,
que no se
llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o
deseo,
yo sería
aquel que imaginaba;
aquel que con
su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante
los hombres la verdad ignorada,
la verdad de
su amor verdadero.
Libertad no
conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre
no puedo oír sin escalofrío;
alguien por
quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el
día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y
espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños
perdidos que el mar anega o levanta
libremente,
con la libertad del amor,
la única
libertad que me exalta,
la única
libertad por que muero.
Tú
justificas mi existencia:
si no te
conozco, no he vivido;
si
muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido