PRÓLOGO
Yo acepto las ofrendas
de toda alma piadosa que a Mí se acerca,
sea una hoja, una flor,
un fruto, o simplemente agua porque un corazón puro con amor Me lo entrega
Bhagavad Gita. Canto IX, 26
Ahora nos presenta este libro de poemas denominado Noches transfiguradas en los que el título de todos ellos comienza con la voz
“noche” y en los que, según me confiesa el autor, tanto personajes como
situaciones son imaginarios, solo producto de su creación literaria. Se trata
de quince bellos y sólidos poemas, en muchos de los cuales algunos de los
versos que los componen aparecen desplazados de su forma natural lo que me
recuerda un corto poema que, inserto en uno más extenso, escribí en alusión a
otro de Luis Cernuda - El Magnolio -
de su obra Ocnos y a una poesía de
Juan Ramón Jiménez:
El viento que cimbrea
al magnolio
¿Es el mismo?
No lo sé
Pero el aire que roza
la rosa
de Juan Ramón, trasmina
perfumes de libertad
(El jardín de Bruna en
Sevilla de mi obra Como nace un deseo
sobre torres de espanto cuyo magnífico prólogo debo agradecer a Joaquín Cestino)
Me he permitido esta licencia, que ruego disculpen tanto el
lector de este prólogo como el autor que me ha hecho el honor de que pueda
escribirlo, con el único objeto de mostrar que ese desplazamiento de las
palabras en un verso es un recurso que utilizan muchos de nuestros poetas
actuales; al menos este prologuista lo usa con frecuencia. Y podría citar
muchos más ejemplos, pero no cuestión de cansar al lector.
Pero volviendo al objeto de estas líneas observamos, desde mi parecer, que hay dos aspectos a
destacar en el libro que tiene entre sus manos. Uno axiológico en tanto en
cuanto el valor del amor está presente
en casi todos los poemas, pero no siempre en un sentido estrictamente erótico
sino mas bien como lo expresa Krishna al dirigirse a Arjuna en las palabras que
figuran al comienzo de este prólogo. El otro aspecto es el teleológico, de
forma que su fin último sería la belleza. Aspectos que dan pretexto al poeta
para escribir versos de la estética de
Rubia como una loma de
trigo granado…
Bella como un atardecer
sobre los pinos…
(Noche tercera a las
ocho)
O bien
El vuelo de una
estrella
La mirada celeste que a
la vida se abre…
La sonrisa velada que
el amor ilumina
(Noche junto al mar en
calma)
Examinemos ahora algunos poemas:
Al leer en Noche de
verano…
se marchó… Como se va
el amor
como se va la noche
como se va el verano…
Todo quedó borrado
El tiempo lo logró en pocas
semanas
Y en Noche de viaje,
Todo
al final termina
Vi, cual si magdalena de Proust se
tratase velada por el paso del tiempo, la escena de Visconti en Grupo di famiglia in un interno en la
que el profesor le pregunta a Konrad (Helmut Berger, el amante-gigoló de
Silvana Mangano) ¿Conoce Vd. este aria de Mozart? Y le pone la bellísima Vorrei spiegarvi o Dio y sobre todo, y
más en conexión con los versos anteriores, cuando después de la explosión de
gas con la que Konrad (en realidad un rebelde al establishment) “oficialmente” se suicida (más bien es asesinado),
Lietta, la hija de la marquesa Brumonti (Silvana Mangano) exclama: ¡Pobre Konrad! No sabía que el tiempo hace
olvidar todo! (Todo quedó borrado/el
tiempo lo logró en pocas semanas dice Cestino en Noche de verano). Esta idea de que todo
es caduco en el discurrir del tiempo se repite en otros poemas, como ya hemos
visto en Noche de viaje (Todo al final termina)
Otro aspecto a resaltar es el que aparece, entre otros
poemas, en Noche de feria y en el que
el poeta utiliza un significativo aire de nuestros días (leyendo los mensajes que me
mandas por el móvil) y en el que también hay una referencia a la ópera de
Wagner Die Walküre (La Valquiria)
que le conduce a un cierto desencanto de la vida,
y yo ya no creo en nada
salvo en la
entrada claro está
del viejo y tuerto
Wotan al Walhalla
En Noche de domingo en
Madrid el autor, en mi opinión, parece expresar la nostalgia de tiempos
pasados junto con la alusión al poema narrativo de Edgar Alan Poe El Cuervo ilustrado frecuentemente
posado sobre el busto de Palas Atenea, la diosa de las artes, de la literatura
y de la filosofía.
Fue cuando el cuervo
dijo: Nunca más
y yo volví
al infierno
En Noche de espera en
el puerto, hay un cierto sabor añejo al lado de notas de actualidad,
Era
el humo el ruido
las
bolas del billar chocando
y
el rock de Michael Jackson…
Pobre
reina cansada que triste tu
reinado
Yo aquí seguí por no acostarme
con mi bebida larga whisky and soda
las luces de los barcos
a lo lejos
y el viento en las ventanas
pensando sin rencor en
viejos tiempos
Y en Noche de lluvia leve,
Pero
nos vimos esa noche y
caminamos juntos
bajo
la lluvia leve de septiembre
Hace
ya tantos años
En resumidas cuentas son, a mi entender, unos poemas con los
que muchos, sin duda, nos identificaremos.
Y el libro se cierra un poema, Noche, que es como el colofón; la idea que en el fondo del corazón
agita todo el poemario,
Oh sueños del placer
viejos amigos
Dejad que el espejismo permanezca…
hasta que el sol despunte
Todo lo precedente es el sentimiento que me produce el leer
estos poemas de Noches transfiguradas.
Por eso soy consciente de que este no es un prólogo al modo usual, es un
prólogo distinto, pero confío en que el lector que se adentre en ellos, en su
soledad íntima, se aproxime a los poemas con la satisfacción de que sea capaz
porque, como tengo escrito en otro lugar, hay que recordar al nobel T. S. Eliot
cuando afirma que el significado total de
un poema, no se agota mediante ninguna explicación, porque su significado es lo
que significa para los distintos lectores sensibles"
Joaquín Cestino con su libro Tartessos y el estrecho de Hércules |
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