viernes, 4 de julio de 2025

EL DR. MONTERO, REPRESALIADO POR LA DICTADURA FRANQUISTA

Para mi querida amiga Marilén Cosano Montero, su nieta










El Dr. Montero en 1916, cuando se licenció en Medicina en la prestigiosa Facultad de Cádiz





Fachada de la Facultad de Medicina de Cádiz con el monumento, obra de  Gabriel Borrás, a Cayetano del Toro (1842-1915) doctor en medicina, oftalmólogo y otorrinolaringólogo, así como alcalde de Cádiz









Don José Montero Asenjo nació en Jimena de la Frontera (Cádiz)  el 23 de junio de 1892, vivió prácticamente toda su vida (excepto los años que estuvo en la cárcel) en su ciudad natal y murió en 1967 en San Roque, en la casa de su hija María Teresa, donde vivía dado su precario estado de salud.







En la primera casa antes de llegar al Ayuntamiento tenía su casa y consulta el Dr. Montero 










Con su mujer, Magdalena Núñez en 1919






Era miembro de la Logia Masónica Fénix de los Valles nº 66 de Jimena, desde su fundación al principio de los años treinta del siglo pasado, en la que desempeñó diferentes cargos, entre ellos el de tesorero y posteriormente el de Venerable Maestro.

Ejercía como médico con plaza como “Médico de Asistencia Domiciliaria”, que era la denominación de la época para la modalidad de ejercicio de casa en casa, ya que no existía ningún local sanitario adecuado para el ejercicio de la medicina. Su primera plaza fue en el pueblo jiennense de Los Villares, en cuyo Colegio Médico estuvo colegiado desde 1917 a 1921. Fue la única localidad donde ejerció fuera de Jimena.





Debido a esta militancia masónica, cuando las tropas del general Franco iban a entrar en Jimena en septiembre de 1936, huyó de la población a través de los montes hacia zona republicana de la vecina provincia de Málaga, siendo apresado en febrero de 1937 por las tropas franquistas. Fue la célebre huida (léase “juía”) de la que fue protagonista la inmensa mayoría de la población de Jimena, opuesta a la dictadura, y que tan magnífica y dramáticamente ha relatado la jimenense Ángeles Vázquez en su libro, Un boomerang en Jimena de la Frontera. En este éxodo le acompañaron su esposa y sus seis hijos. Su casa fue saqueada, llevándose todos los enseres domiciliarios, libros de medicina e instrumental médico.



En la zona republicana, inmediatamente ofreció sus servicios de médico, tan necesarios para atender a la población residente y a la ingente cantidad de población huida de las poblaciones a donde iba llegando el ejército de Franco.



Al ser detenido se le encarceló y se le hizo Consejo de Guerra en Algeciras el día 26 de abril de 1937. Se le aplicó el Código de Justicia Militar y se le condenó por masón (todavía no se había constituido el Tribunal de Represión de la Masonería), por auxilio a la rebelión y por haber sido militarizado en zona republicana como alférez médico. Por todas estas acusaciones se le pidió la última pena, siendo condenado finalmente a veinte años de prisión.



 Permaneció en la Prisión del Puerto de Santa María desde febrero de 1937 hasta agosto de 1940, en cuya fecha se le liberó por reducción de la pena. 
 
 
 
 
Convento de los Ángeles en la Estación de Jimena

A su llegada a la Estación de Jimena de la Frontera el pueblo en masa le hizo un entusiástico recibimiento, dada la popularidad y el afecto que la ciudad profesaba al doctor Montero.

Castillo de Jimena de la Frontera




                                               
Dña.Magdalena Nuñez, esposa del Dr. Montero, con cinco de los seis hijos (de izda a dcha: María Teresa, Carmen, José María, Juan y Victoria. El mayor, Paco, ausente en la foto es porque ya trabajaba en El Tesorillo en la casa March (SIAG). Mientras, el doctor Montero estaba encarcelado. La foto está tomada el 10.08.1939







Al constituirse el Tribunal para la Represión de la Masonería es llamado a Madrid. 
 
 
                                            
Portada de un expediente del Tribunal de la Masonería


 
Tanto él como la familia pensaban que se trataba de un mero trámite burocrático pero nuevamente se le procesa en 1942 y es condenado a otros doce años y un día de prisión, conmutada luego por seis años
Fue encarcelado primero en la Prisión del Dueso (Santoña, Cantabria) y luego en la de Burgos.
  

                                                  
En el penal de Burgos en 1943. De pie segundo por la dcha.






                                                
Médicos y sanitarios presos políticos en la cárcel de Burgos en 1944. La flecha señala al Doctor José Montero



Además fue inhabilitado a perpetuidad para el ejercicio profesional y para ocupar cualquier cargo del Estado e incluso puestos de responsabilidad privados.

El doctor Montero era médico titular de Asistencia Pública Domiciliaria de Jimena en esos años treinta y médico de la Sociedad Industrial y Agrícola del Guadiaro (SIAG) propiedad de Juan March que con su fortuna financió a los franquistas.

Al ser encarcelado se le condenó también a la retirada de su plaza de médico titular a perpetuidad, así como la de ocupar cualquier cargo oficial. Los encargados de la SIAG y concretamente su administrador en San Martín del Tesorillo (Cádiz) Raimundo Burguera tuvieron un correcto comportamiento con él al ser condenado. Le dieron un empleo de cobrador en el Tesorillo a su hijo mayor, Paco, al que luego emplearon en Madrid en la empresa Uralita, propiedad de Juan March.  Años más tarde, emplearon igualmente a su hijo menor, José María. Cuando salió de la cárcel le concedieron a don José Montero la representación de esta empresa para Jimena de la Frontera.


En sus últimos años tenía la asistencia médica de alguna empresa de Seguros como La Unión y el Fénix, pero estas compensaciones eran insuficientes para atender sus necesidades familiares. En los años de su encarcelamiento en los que sus hijos eran menores la familia pasó muchas penalidades, que continuaron posteriormente. Ello le obligó en los últimos años de su vida a solicitar del Colegio Médico alguna ayuda para poder sobrevivir, lo que se le concedió ya a última hora, cuando vivía en San Roque (Cádiz) en casa de su hija María Teresa, donde falleció el 21 de agosto de 1967.






La noticia de su fallecimiento en Área, Diario del Campo de Gibraltar, el 27 de agosto de 1967










En 1966 el Dr. Montero con sus hijas Carmen (izqda.) y María Teresa (dcha.)












El doctor Montero sobre 1934














El doctor Montero sobre 1959











En la primera comunión de una de sus nietas








Placa-homenaje (obra de la ceramista Lupe Quirós) en el Centro de Salud de Jimena de la Frontera









Invitación del alcalde de Jimena al reconocimiento al doctor Montero





Vid. http://www.tiojimeno.es/2014/04/el-centro-de-salud-de-jimena-llevara-el.html







Su nieta Marilén Cosano Montero











Logo de la Facultad de Medicina de Cádiz donde estudió D. José  Montero








CODA: Gran parte de la información precedente procede de la website de D. Ignacio Trillo Huertas. Vid.


También de la web de su nieta Victoria Guerrero Montero que contiene importante información sobre D. José Montero Asenjo. Vid.







Escudo de Jimena en época del doctor Montero







jueves, 3 de julio de 2025

GIACOMO LEOPARDI PÁJARO SOLITARIO





Giacomo Leopardi (Recanati, Italia, 1798 - Nápoles, id., 1837), educado en el ambiente austero de una familia aristocrática provinciana y conservadora, manifestó precozmente una gran aptitud para las letras. Desde su nacimiento Giacomo fue minado por la enfermedad: tuvo una enfermedad de Pott que le combó la espalda y además padeció un severo raquitismo que también le provocó una ceguera que llegó a ser casi total; consumió su infancia estudiando desesperadamente y leyendo con una curiosidad inagotable hasta altas horas de la noche. A los once años lee a Homero, a los trece escribe su primera tragedia; a los catorce la segunda: Pompeyo en Egipto; a los quince un ensayo sobre Porfirio. A esa edad conocía ya siete lenguas y había estudiado casi de todo: lenguas clásicas, hebreo, lenguas modernas, historia, filosofía, filología, ciencias naturales y astronomía. Estudió en profundidad a los clásicos griegos y latinos, a los moralistas franceses del siglo XVII y a los filósofos de la Ilustración. A pesar de su formación autodidacta, impresionó muy pronto a los hombres de letras y a los filólogos de su tiempo por su erudición y sus impecables traducciones del griego. Su frágil salud se resintió gravemente a causa de esa dedicación exclusiva al estudio.



 File:Recanati6750.jpg
Biblioteca en el palacio familiar de Recanati


A partir de 1817 mantuvo una asidua relación epistolar con Pietro Giordani, que fue a la vez su mentor y amigo. También en ese período inició la redacción de su ensayo Zibaldone, en el que trabajó durante años, precisó progresivamente lo que él llamaría su «sistema filosófico» y elaboró el material literario que le serviría para sus obras mayores. Ese trabajo de introspección favoreció el desarrollo de su faceta lírica e intimista, que se expresa en versos de gran musicalidad: entre 1819 y 1821 compuso los Idilios (Idilli). Leopardi elaboró un lenguaje poético moderno que, asumiendo la imposibilidad de evocar los mitos antiguos, describe las afecciones del alma y el paisaje familiar, transfigurado en paisaje ideal.
A partir de 1825 residió en Milán, Bolonia, Florencia y Pisa y se acercó a los medios políticos liberales. Tras la revolución de 1831 fue elegido diputado de las Marcas en la Asamblea Constituyente de Bolonia, pero, tras perder su confianza en el movimiento liberal, renunció a su escaño; su crítica a los liberales la expresó en la obra Paralipómenos de la Batracomiomaquia (Paralipomeni della Batracomiomachia, 1834). Entre 1833 y 1837 residió en Nápoles, en casa de su amigo Antonio Rainieri.








https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/9/92/Antonioranieri2.jpg
Su gran amigo Antonio Rainieri





Los Zibaldone de pensamientos (Zibaldone dei pensieri), en los que trabajó desde el verano de 1817 hasta 1832, se publicaron póstumamente en 1898; se trata de un conjunto de notas personales en las cuales anota sus ideas acerca de la literatura, el lenguaje y casi cualquier tema de política, religión o filosofía, y en las que refleja su original recepción de los debates de su tiempo.






Flickr
Zibaldone di pensieri

 









Como poeta, su estilo melancólico y trágico recuerda inevitablemente a los románticos, pero su fondo de escepticismo, su expresión precisa y luminosa y el pudor con que contiene la efusión de sentimientos le acercan más a los clásicos, tal como él mismo deseaba.








Canti
 





Giacomo Leopardi es, junto a Baudelaire,  el gran poeta de la modernidad.




Murió en Nápoles el 14 de junio de 1837, a los 38 años, a causa del cólera.





Tumba de Leopardi en Nápoles




 





Estatua de Leopardi en Recanati











EL PÁJARO SOLITARIO



Desde la cumbre de la torre antigua,
pájaro solitario, hacia los campos
lanzas tu canto hasta que muere el día;
y se difunde su armonía en el valle.

La primavera, en torno,
brilla en el aire y por los campos ríe,
tanto que al verla se enternece el alma.
Oyes balar rebaños, mugir bueyes;
otras alegres aves, en bandadas,
trazan mil giros en el libre cielo

celebrando su más hermoso tiempo:
tú pensativo y apartado observas;
ni compañía ni vuelos:
no te importa alegrarte, evitas goces;

cantas, y así transcurres
la flor mejor del año y de tu vida.

iAy, cómo se parece
a tu vivir el mío! Solaz y gozo,
de la novicia edad dulce linaje,
y amor, hermano de la juventud,

suspiro amargo de los días antiguos,
no me importan, no sé por qué; de ellos
más bien huyo, lejano;
casi solo y ajeno

a mi lugar natal
cruzo de mi vivir la primavera.

Este día que ya cede al crepúsculo
se suele festejar en nuestro pueblo.
En el aire sereno oyes campanas,
oyes a veces salvas de fusiles
retumbando en lejanos caseríos.

Ataviada de fiesta
la juventud aldeana

deja las casas y las calles puebla;
y mira, y es mirada, y se contenta.
Yo, solitario, en este
apartado lugar, saliendo al campo,
todo deleite y juego
dejo para otra edad; y la mirada
tendida al aire claro

me hiere el Sol que entre lejanos montes,

después del día sereno,
se disipa al caer, como diciendo
que la dichosa juventud se extingue.


Cuando tú llegues, solitario pájaro,
a ese ocaso signado por los astros,
no habrás de lamentarte
de tu suerte, pues fruto de lo creado
es cada anhelo vuestro.

Y yo, si el detestado
umbral de la vejez
evitar no consigo,
cuando no hablen mis ojos a otras almas
y vacío sea el mundo, el día futuro

más tedioso y sombrío que el presente,
¿qué pensaré de tal deseo?
¿Qué de estos años míos, de mí mismo?
¡Ay!, me arrepentiré, y muchas veces,

ya sin consuelo, volveré al pasado.










Giacomo Leopardi, óleo sobre lienzo de A. Ferrazzi, 1820. Recanati, Casa-Museo Leopardi.




 
 

                            
Poema el infinito

Manuscrito original de El infinito












Un excelente libro sobre la vida y obra de Leopardi






 

Espejo de la condición humana contemporánea desde su soledad a menudo trágica, Leopardi es una de las voces esenciales de la cultura europea. Sus poemas, sus diálogos o su maravilloso Zibaldone, uno de los documentos de cultura más impresionantes de nuestra historia reciente, nos lo dibujan como un gigante de rara condición.

Leopardi pensaba que la realidad era desagradable, que eran mucho mejores los sueños y las fantasías. Estaba convencido de que amar en sueños es más hermoso que amar en la realidad y, de hecho, sus amores son todos amores de fantasía. Ahí está por ejemplo Memorias del primer amor, un libro maravilloso que escribió con 20 años y que recoge sus fantasías amorosas por Fanny Targioni Tozzetti (la mujer que fue cantada por Leopardi en sus poemas bajo el nombre de Aspasia, la cortesana amada por Pericles) una pariente que llegó a su casa y de la que se enamoró cuando ya ella se había marchado, desarrollando un amor a distancia. 











Fanny Targioni Tozzetti









         
Palacio familiar en Recanati








Su firma













Poesías, editadas por Renacimiento












Amiel(1821-1881) tiene muchas concomitancias con Leopardi










Su estatua en Recanati


 

 

 

Y el naufragar me es dulce en este mar

Leopardi