sábado, 7 de diciembre de 2019

EL PINTOR FEDERICO BELTRÁN MASSES Y LA MARQUESA DE CASATI





Federico Beltrán Masses en 1914



Federico Beltrán Masses nació en 1885 en Güira de Melena en Cuba, la ultima colonia española. Su familia era de ascendencia catalana.

Pasó su juventud en Barcelona, donde empieza a formarse artísticamente en la conocida escuela Llotja. Posteriormente marcha a vivir en Madrid, donde recibe clases del pintor Joaquín Sorolla.

Se casó con Irene Narezo Dragoné, pintora también como él y de familia distinguida y con buena posición económica.

Falleció en 1949 en Barcelona.Tuvo gran fama en vida y fue el pintor de la alta sociedad mundial.  



 Su obra se puede situar entre el Art Decó y el Simbolismo, con algunas raíces costumbristas en sus primeras épocas.
 





La exótica marquesa de Casati











Rastreando la vida de la marquesa de  Casati (1881-1957) exótica y  excéntrica italiana, femme fatale, musa y mecenas de las artes de principios del siglo XX (hasta Jack Kerouac escribió poemas sobre ella) y tras leer Luisa y los espejos, novela de Marta Robles, Premio Fernando Lara 2013,  me suscitó curiosidad sus andanzas mundanas  y artísticas.




                                                      
                                      

               La marquesa de Casati en 1935 en una foto del surrealista  Man Ray










La marquesa de Casati, una obra de Beltrán Masses










  Rodolfo Valenfino y Federico Beltrán, sentado y pintando, en una foto de  1925



















En el vídeo ut supra sobre el  pintor Masses la vemos retratada tendida y con una bola de cristal azul que le regaló su amante Gabriel D’Annunzio, (1863-1938) príncipe de Montenevoso.  

























Retrato de Zuloaga









Retrato de Boldini












Su último retrato: el de su protector londinense el pintor Auguste Edwin John en 1942













Su tumba at Brompton Cemetery, London
















El epitafio de su tumba





La edad no puede marchitarla, ni la costumbre debilitar la versatilidad infinita que hay en ella (William Shakespeare). Este es el epitafio que hizo grabar su nieta en la tumba



Adolf de Meyer, 1912

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