sábado, 3 de febrero de 2018

BLAS DE LEZO EL ALMIRANTE HÉROE VASCO Y ESPAÑOL QUE ADMIRÓ AL MUNDO EN 1741









Blas de Lezo y Olavarrieta Retrato en el Museo Naval de Madrid





El 15 de noviembre de 2014 el rey Juan Carlos I  inauguró en Madrid el monumento erigido, por suscripción popular, al insigne marino el héroe D. Blas de Lezo.











  Juan Carlos I inaugura el monumento en la plaza de Colón de Madrid















Colocando el monumento
















La estatua de Blas de Lezo | Casa Real
Detalle de la escultura, obra del artista Salvador Amaya 














Madrid admira el monumento de D. Blas de Lezo
 






Blas de Lezo y Olavarrieta nació en Pasajes (Guipúzcoa) el 3 de febrero 1689 y murió en Cartagena de Indias el 7 de septiembre de 1741.

                                                              






Casa natal en Pasajes
















Puerto de Pasajes Mural de Daniel Zuloaga entre 1906-1907









Se educó en un colegio de Francia y salió de él en 1701, para embarcar en la escuadra francesa, como guardiamarina. Luis XIV de Francia y Felipe V de España  habían acordado que hubiese el mayor intercambio posible, de oficiales, entre los ejércitos y las escuadras de España y Francia, así como que también fueran comunes las recompensas.
De este modo vemos al joven Lezo, a la temprana edad de 17 años, embarcado de guardiamarina en el año 1704, en la escuadra del conde de Toulouse, gran almirante de Francia, con ocasión en que cruzaba frente a Vélez-Málaga y reñía un combate contra otra anglo-holandesa. La escuadra francesa había salido de Tolón y en Málaga se habían unido algunas galeras españolas mandadas por el conde de Fuencalada, única fuerza disponible. Se componía pues la escuadra franco-española de 51 navíos de línea, 6 fragatas, 8 brulotes y 12 galeras, sumando un total de 3.577 cañones y 24.277 hombres. La escuadra anglo-holandesa al mando del almirante Rooke estaba compuesta por 53 navíos de línea, 6 fragatas, pataches y brulotes, con un total de 3.614 cañones y 22.543 hombres. Fue tan empeñada la lucha que los de uno y otro bando quedaron muy maltratados, atribuyéndose ambos la victoria. No hubo navíos rendidos ni echados a pique, pero sí muchos daños en cascos y aparejos. Tuvo la escuadra franco-española 3.048 bajas, entre ellos dos almirantes muertos y tres heridos, uno de éstos el general en jefe conde de Toulouse. Las de los anglo-holandeses fueron de 2.719 bajas, de ellos dos altos jefes muertos y cinco heridos.
Afortunadamente para los anglo-holandeses, no volvió a trabarse la batalla, pues estaban muy escasos de municiones. Distinguióse en la acción Lezo, por su intrepidez y serenidad; la tuvo en tal grado que habiéndosele llevado la pierna izquierda una bala de cañón, siguió con gran estoicismo en su puesto de combate, mereciendo el elogio del gran almirante francés. Por su comportamiento fue ascendido a alférez de navío. 
 
 
Monumento a  Blas de Lezo en  Torre del Mar localidad de la costa malagueña situada en el término municipal de Vélez-Málaga, obra del escultor de Torre del Mar Francisco Martín

 
Siguió su servicio a bordo de diferentes buques, tomando parte en las operaciones que tuvieron lugar para socorrer las plazas de Peñíscola y Palermo, en el ataque al navío inglés Resolution de 70 cañones, que terminó con la quema de éste, así como en el apresamiento de dos navíos enemigos, que fueron conducidos a Pasajes y Bayona.
Ascendido a teniente de navío fue destinado a Tolón y allí combatió en el ataque que a dicha plaza y puerto dio el duque de Saboya, en 1707. Lezo se batió con su acostumbrado denuedo en la defensa del castillo de Santa Catalina perdiendo en esta ocasión el ojo izquierdo.
Con ocasión de los aprovisionamientos al ejército con que Felipe V cercaba por tierra a Barcelona (partidaria del archiduque Carlos de Austria pretendiente a la corona de España en contra de lo dispuesto por el difunto rey de España Carlos II en su testamento) se dio a Lezo el mando de alguno de los convoyes de municiones y pertrechos de guerra que se le enviaban desde Francia. Burló la vigilancia de los barcos anglo-holandeses, que apoyaban por mar al archiduque Carlos. En cierta ocasión, cercado por todos los lados, tuvo que recurrir para pasar, al heroico medio de pegar fuego a parte de sus buques, para penetrar a través del incendio abriéndose paso, al propio tiempo a cañonazos.
A los seis años de servicio ( porque entró como guardiamarina embarcado en el año 4, aunque desde el 1 fuera guardiamarina en estado de estudiante, no embarcándose hasta el referido año, de ahí el referirse sólo a seis años), y 23 de edad, fue ascendido a capitán de fragata y mandando una en la escuadra de Andrés del Pez, llegó a hacer once presas, la menor de 20 cañones, y una de ellas la del navío Stanhope, recibiendo nuevas heridas en éste combate.


                                                                           


La captura del Stanhope (cuadro del Museo Naval)








Ascendió a capitán de navío en 1712, y al año siguiente tomó parte en las operaciones del segundo ataque a Barcelona ( ésta siempre del lado del pretendiente Carlos de Austria) cercada por tierra por el duque de Berwick, teniendo varios encuentros con el enemigo, en uno de los cuales recibió otra herida que le dejó inútil del brazo derecho.
En 1714, también en la escuadra de Andrés del Pez, pasó a Génova para traer a España a la reina doña Isabel de Farnesio (segunda esposa de Felipe V) pero, al resolver venir por tierra la reina, regresó la escuadra y se preparó para la expedición de recobro de Mallorca, en manos del pretendiente austríaco, que tuvo lugar al siguiente año de 1715, tomando parte en ella el buque de Lezo y seis navíos más, con diez fragatas, dos saetías, seis galeras y dos galeotas; todas estas fuerzas al mando del gobernador general de la Armada Pedro Gutiérrez de los Ríos, conde de Fernán Núñez. Apenas desembarcaron los diez mil hombres, que llevaba la escuadra en los transportes, los mallorquines se sometieron a Felipe V, el rey legítimo.
En 1716, mandando el navío Lanfranco, se incorporó éste a la escuadra del general Chacón, destinada a recoger la plata y a auxiliar a los galeones perdidos en el canal de Bahama. Poco después, se agregó a dicho navío una escuadra destinada a los mares del Sur, a cargo de los generales Bartolomé de Urdinzu y Juan Nicolás Martínez. Con el Lanfranco iban el Conquistador, Triunfante y la Peregrina. Tenían como objetivo la limpieza de corsarios, piratas y de buques extranjeros que, haciendo un comercio ilícito, perjudicaba grandemente a la hacienda española.
Después de siete años en este servicio, recayó, al fin en Lezo el mando de esas fuerzas navales del mar del Sur, el 16 de febrero de 1723, capturando seis navíos de guerra, por un valor, sólo de su carga, de 3.000.000 de pesos; tres de ellos se agregaron a la Armada Real. Durante este periodo realiza numerosas salidas en las que sostiene combates, limpiando las aguas de Chile y Perú, de corsarios enemigos. Permaneció en los mares del Sur hasta el año 1730, en que fue llamado a España por orden del Rey.
La corte estaba en Sevilla y allí se dirigió Lezo para informarle de todas las vicisitudes de su último mando.





Sevilla en la época que estuvo en ella D. Blas de Lezo
                                                  

                                                              




           

Obtuvo la aprobación real y, como recompensa a sus valiosos servicios, fue promovido a jefe de escuadra.
Permaneció en el departamento de Cádiz hasta el 3 de noviembre de 1731, en que embarcó en una escuadra de 18 navíos, cinco fragatas y dos avisos, al mando del marqués de Mari, destinada al Mediterráneo, para asistir al infante don Carlos (futuro Carlos III) en las dificultades que pudieran surgirle en su toma de posesión de los estados de Italia, a la muerte del duque de Parma, Antonio Farnesio sucedida el 20 de enero de 1731. Existen cartas firmadas por el conde de Santi-Esteban, en que por orden del futuro Carlos III.,  se expresa la satisfacción que causaron los buenos servicios del general Lezo.
Habiendo surgido ciertas diferencias con la república de Génova, España estaba resentida por la conducta observada por aquel estado y no de acuerdo con sus procedimientos, el general Lezo, por orden superior, se personó en aquel puerto con seis navíos y exigió como satisfacción que se hiciesen honores extraordinarios a la bandera real de España y que se restituyese inmediatamente la plata que se retenía. Mostrando el reloj a los comisionados de la ciudad, que buscaban el modo de eludir la cuestión, fijó un plazo transcurrido el cual la escuadra rompería el fuego contra la ciudad. Ante esta decidida actitud se hizo el saludo pedido y se transportaron a bordo los dos millones de pesos fuertes, pertenecientes a España, que tenía guardados el banco de San Jorge. De tal cantidad se envió, por orden del Rey, medio millón para el infante don Carlos y el resto fue remitido a Alicante, para sufragar los gastos de la expedición que se alistaba para la conquista de Orán.
En esta jornada arbolaba su insignia, el general Lezo, en el navío Santiago, ejerciendo las funciones de segundo jefe de la escuadra, mandada por teniente general Francisco Cornejo. Estaba compuesta de doce navíos, dos bombardas, siete galeras de España, dos galeotas de Ibiza y cuatro bergantines guardacostas de Valencia.
 El 15 de junio salió la expedición de Alicante para Orán, llegando el 28 ante la plaza; la escuadra escoltaba a una expedición de tropas mandadas por el conde de Montemar, eran veintiséis mil hombres, llevados en 535 buques de transporte, se verificó el desembarco en la cala de Mazalquivir, protegido por el fuego de los buques; José Navarro, entonces capitán de navío, comandante del Castilla, mandaba las embarcaciones menores. Se atacó a Mazalquivir y cuando lo vieron tomado los defensores de Orán, abandonaron la plaza rodeada de murallas y guardada por cinco castillos; una vez ocupada Orán y convenientemente guarnecida, Lezo regresó a Alicante escoltando 120 embarcaciones de transporte.
Terminadas las operaciones sobre la costa africana, se dirigió la escuadra a Cádiz, donde entró el 2 de septiembre de 1732.
 Las potencias berberiscas alarmadas con la toma de la plaza de Orán, se coaligaron para reconquistarla, atacándola por tierra y bloqueándola por mar; con este motivo salió Lezo con los dos navíos que en Cádiz estaban preparados, el Princesa y el Real Familia, a los que se reunieron otros cinco; levantó el bloqueo y metió en la plaza los necesarios socorros, dedicándose después a dispersar a las fuerzas navales enemigas.
Determinó aniquilar a la capitana de Argel, un buque de 60 cañones; lo encontró y empezó a batirlo, pero los argelinos huyeron con fuerza de vela, perseguidos por Lezo, refugiándose en la ensenada de Mostagán, defendida por dos castillos a la entrada y por una fuerza de cuatro mil hombres, que acudió de las montañas vecinas al darse la alarma.
Entró Lezo tras el navío, a pesar de los disparos de los castillos y de los que se le hacían de todas partes y echando al agua lanchas armadas, prendió fuego a la tan bien protegida capitana de Argel.
Esta acción de la mayor intrepidez, que no podían esperar los argelinos, les alarmó de tal modo que les hizo pedir socorro a la Sublime Puerta (Estambul).
El general Lezo al saberlo, tras reparar ligeramente sus buques en Alicante, pasó a cruzar desde Galita hasta el cabo Negro y Túnez, a la espera del socorro solicitado, para batirlo. Permaneció en el mar cincuenta días hasta que una epidemia infecciosa, ocasionada por la corrupción de los alimentos, le obligó a regresar a España tocando antes en Cerdeña para hacer nuevos víveres en la cantidad necesaria para poder llegar a Cádiz                                                
                                                                       

Jorge Juan Santacilia (1713-1773) marino, ingeniero naval, humanista y ciéntifico  fue alumno de Blas de Lezo (Retrato del Museo Naval)




Tuvo no obstante, que entrar en Málaga donde dejó gran número de enfermos, entre ellos el guardiamarina Jorge Juan, que con tan buen maestro como era Lezo hacía sus primeras armas.
                                                                                                                           
                                                      

Detalle de la exposición organizada por el Ayuntamiento de Málaga en septiembre de 2014 en homenaje a Blas de Lezo


  Blas de Lezo llegó enfermo de gravedad a Cádiz

El Rey le manifestó su aprecio y como recompensa a los distinguidos servicios prestados le promovió a teniente general el día 6 de junio de 1734.
                                                                





Monumento a Blas de Lezo en Cádiz







Desempeñando la Comandancia General del Departamento de Cádiz. Al año siguiente (1735) fue llamado a la corte y, en ella permaneció muy poco tiempo pues él mismo decía que tan maltrecho cuerpo no era una buena figura para permanecer entre tanto lujo y que su lugar era la cubierta de un buque de guerra; pidió el consiguiente permiso al Rey y éste se lo concedió.  De regreso al Puerto de Santa María, el 23 de julio de 1736, fue nombrado comandante general de una flota de ocho galeones y dos registros, que escoltados por los navíos Conquistador y Fuerte habían de despacharse para Tierra Firme (Ámerica del Sur)








Lápida en la calle Larga 70 del Puerto de Santa María (Cádiz)

                                                               





Salió con su flota el 3 de febrero de 1737 llegando a Cartagena de Indias el 11 de marzo quedando de comandante general de aquel apostadero tan importante para la defensa del mar de las Antillas.
En noviembre de 1739, ya declarada la guerra con Inglaterra, tuvo noticias (por sus servicios de información) que en Jamaica se estaba alistando una importante expedición con fuerzas de desembarco que llegaban de Europa. Jamaica fue el punto de partida en diferentes ocasiones, de ataques a los puertos españoles: La Habana, Portobelo y el castillo del río Chagres, entonces éste navegable, y constituyendo parte de la vía de comunicación del Atlántico con la ciudad de Panamá y el mar del Sur.
La empresa en que pusieron mayor empeño los británicos fue en la de Cartagena de Indias. En febrero de 1740 tuvo el general Blas de Lezo noticias, por diferentes conductos, de las formidables fuerzas que preparaban los británicos para atacar a Cartagena. Estas noticias y las de varias presas que hicieron de algunos buques españoles ricamente cargados, le forzaron a tomar precauciones extraordinarias. Situó dos navíos en Boca Chica, paso obligado para entrar en la rada, serró la entrada con dos cadenas tendidas por fuera de los buques, para impedir la llegada hasta ellos de los brulotes con que pudieran atacarlos, y puso en estado de defensa los castillos que guardaban la rada.
El Gobernador de la plaza había muerto el 23 de febrero. Por lo que el general Lezo tomó todas las disposiciones conducentes a la defensa.
Esta plaza, como todas las de América del Sur, estaba muy abandonada. Dos condestables de la escuadra reconocieron la artillería de la plaza y hallaron los cañones incapaces de disparar diez tiros, sin repuesto de balas y tan sólo con 3.300 libras de pólvora.
El 13 de marzo de 1740 se presentaron ante Cartagena de Indias ocho navíos enemigos con dos brulotes, dos bombardas y un paquebote; fondearon a unas dos leguas al oesnoroeste de la ciudad; después de reconocer la costa y tomar las sondas convenientes y establecer el bloqueo, se acercaron las bombardas, situándose este-oeste del convento de la Merced, empezando la ejecución de un tiro con materias incendiarias, con lo que quemaron varias casas y edificios; los cañones de la defensa no llegaban a las bombardas con sus tiros y así continuaron éstos haciendo fuego durante los días 18 y 19. Lezo mandó desembarcar un cañón que puso en tierra y  ahuyentó a las bombardas, con sus certeros disparos.
Toda la escuadra británica levó y se retiró a Jamaica, quedando dos navíos bloqueando a Cartagena; hicieron los británicos una segunda tentativa, avistándose desde Cartagena trece navíos y una bombarda, que reconocieron la ensenada de Barú; Lezo formó con otros dos navíos, otra segunda línea de defensa de Boca-Chica; viendo los británicos esta vigilancia y preparativos, regresaron a Jamaica sin atacar. El 31 de octubre había llegado de España una escuadra de diez navíos, mandada por el general Rodrigo de Torres, que facilitó algunos auxilios y permaneció en Cartagena de Indias hasta el 8 de febrero de 1741, que salió con destino a La Habana, también amenazada por los británicos.
Se personó en Cartagena el virrey del Nuevo Reino de Granada, Sebastián de Eslava, general muy acreditado por su valor y por su inteligencia




Retrato de Sebastián de Eslava por Joaquín Rodríguez, siglo XVIII,
Academia Colombiana de Historia, Bogotá










Defensa de Cartagena de Indias por la escuadra de D. Blas de Lezo en 1741, o/l de Luis Fernández Gordillo



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Eslava y Lezo tomaron las medidas, de mar y tierra, conducentes a la defensa, si bien Eslava se encontraba reacio a ello, como acreditan las quejas de que Lezo expuso posteriormente para que, por el marqués de Villadarias fuesen elevadas al Rey. Se quejó de la poca previsión de Eslava en el acopio de víveres, así como de que ignoraba los avisos del ataque que se proyectaba y que a Lezo le daban sus espías. No obstante las diferencias de apreciaciones que pudiesen haber obedientes ambos a las órdenes que tenían de colaborar en todo momento una vez que empezó el ataque, mantuvieron una buena coordinación de esfuerzos. Lezo puso su alma en la empresa e imbuyó el mayor entusiasmo a su gente.  Se personó en todos los lugares del asedio firme como una roca y los ingleses, tras perder seis navíos y nueve mil hombres, incapaces de quebrar la resistencia española se tuvieron que retirar para humillación de su almirante Vernon. En el combate de Cartagena de Indias  España venció y humilló a la pretenciosa  y orgullosa Inglaterra.
 
 
Falleció el héroe en Cartagena de Indias el 7 de septiembre de 1741, a los 54 años a causa de los muchos sufrimientos y heridas del asedio. 
Carlos III  concedió, en recuerdo de su valentía en la defensa de Cartagena de Indias, el título nobiliario de marqués de Ovieco a su hijo Blas de Lezo y Pacheco, merced que siguen ostentando sus sucesores
          
Armas de los marqueses de Ovieco

 
 
 
                
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Blas de Lezo, el héroe en Cartagena de Indias
                                             






Monumento en Cartagena de Indias






Combate de Cartagena de Indias. Diario de Blas de Lezo (Museo Naval) 






Sello postal en homenaje al héroe









Estandarte del Teniente General de la Armada D. Blas de Lezo en 1738. Fuente Ministerio de Marina







Lápida en su honor en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando (Cádiz)






                                                                                                                                                        

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