Ángel Mora firma uno de sus libros en 2011 |
Su amor por la poesía,
por la música, ¿cómo podía conllevar aquellas gentes que le rodeaban? Con menos
talento y cultura, con inferiores cualidades espirituales, otros le han
oscurecido ante el público español. ¿Por qué se obstinó alicortado en su rincón
provinciano, pendón de bandería regional para unos cuantos compadres que no podían comprenderle?
…Después de todo,
¡quién sabe! Durante sus horas de recogimiento silencioso, escuchando la
música… mientras se perdía así entre el ruido de los otros… tal vez gozó gloria
mejor y más pura que ninguna.
Luis Cernuda
Ocnos. José María Izquierdo
Ángel Mora Casado nació en Alcázar de San Juan (Ciudad Real)
pero ha pasado casi toda su vida en Algeciras (Cádiz. España) lugar donde
reside. Ya en la década de los 70 del pasado siglo comenzó a publicar sus
poemas en la mítica revista de poesía Bahía
que creó y dirigió el poeta Manuel Fernández Mota (1924-2015) hasta su
desaparición con su número 50.
Además Manuel Urbano (1940-2013) lo incluyó en su célebre antología
Andalucía en el testimonio de sus poetas (Editorial
Akal, 1976).
Felix Grande (1937-2014) - Premio nacional de poesía en 1978
y de Flamencología en 1980 - lo menciona
en su conocida obra Memoria del flamenco
(Espasa Calpe 1979, dos tomos) muchas veces reeditada.
Ha
publicado Agua dulcemente dura en Jizo Ediciones (2006)
Ni pies ni cabeza en Ediciones Vitruvio (2010)
Música para el desvelo en Ediciones En Huida (2014)
El que pasa mirando en Editorial Renacimiento (2014)
Sonetario
también en Renacimiento (2014)
y Caprichos de solitario (Editorial Renacimiento, 2016).
En el
verano de 2019 y bajo el título de Para
que no me olviden el poeta ha reunido – corregidos, depurados – todos sus
libros, hasta la fecha editados, en una edición no venal, exquisitamente cuidada, de solo
cien ejemplares compuestos e impresos en tipografía por el poeta e impresor
malagueño Francisco Cumpián, el último impresor a plomo que compone libros
letra a letra (utiliza el mismo tipo de maquinaria que usaron Manuel Altolaguirre
(1905-1959) y Emilio Prados (1899-1962) y están encuadernados a mano por Mª
Isabel Ruiz
Francisco Cumpián muestra su edición de El cuervo de Edgar Allan Poe con grabados de Chema Cobo |
La edición contiene, a modo de prólogo, una introducción del
escritor y poeta Juan José Téllez bajo el nombre de Memorial del Bardo.
Por otro lado la cubierta lleva una viñeta de José Moreno
Villa (1887-1955).
La viñeta de Moreno Villa en la cubierta del libro |
Conozco
a Ángel Mora desde mi llegada al Campo de Gibraltar, cuando nos reuníamos los
amigos en mi casa del Paseo Marítimo de Algeciras, allá por 1974, a divagar
sobre poesía y variadas cuestiones en una especie de movida campogibraltareña.
Vista de la Bahía y Puerto de Algeciras desde mi casa del Paseo Marítimo en 1974 |
Y
aunque no soy crítico literario sí llevo muchos años leyendo poesía y mi
atrevimiento me llevó a publicar un libro - merced al impulso de la poeta Carmen Sánchez Melgar - (Como
nace un deseo sobre torres de espanto)
del que existe cumplida información en esta website.
Pero ello no empece para que pueda referirme a la
presentación del libro de Mora El que
pasa mirando llevada a cabo en enero de 2015 en el Centro Documental José Luis Cano, un edificio moderno que prestigia
a la ciudad, con vistas a la Bahía de Algeciras y al parque María Cristina.
|
La
presentación corrió a cargo del artista y poeta Juan Gómez Macías (al que
dedicó su poema Almanaque de su libro
de 2016 Caprichos de solitario) que
demostró una brillantez notable y perfecto conocimiento de la obra del poeta.
Gómez Macías resaltó ese carácter, aunque no utilizó esta palabra, de outsider de Ángel Mora en el sentido de
no pertenecer a ninguno de los cenáculos ¿culturales? de la ciudad.
Juan Gómez Macías |
En efecto, en esa presentación tampoco estaban esas
eminencias ciertamente “grises”. Sí estuvieron los supervivientes de lo que he
llamado "especie de movida campogibraltareña" lo que dio un especial calor al
acto. Pero de esa movida faltaban los que
soñaron verdades
sumergidas
en el fondo de un lago.
Y no regresaron:
se los llevó el
monstruo que tienen todos los lagos…
Ángel Mora, Por aquellos días (dedicado a Felisa
León en Caprichos de solitario)
La poesía de Mora Casado es, a mi parecer, de aplastante
sencillez, a veces seca, pero fundada no en la rapidez del descuido sino en un
trabajo estético profundo sobre el lenguaje y sobre todo la vida.
Me ocurre con la poesía de Ángel Mora lo mismo que con la
obra de ciertos artistas actuales que la siento próxima, cercana, como algo mío
incluso en sus aspectos más ácratas:
La solución es sencilla:
-
parar el agua no, no puede nadie,
vaciar el vaso tampoco,
volvería a llenarse -
romper el vaso.
Ángel Mora, Problema
(de Caprichos de solitario)
Paseo de Colón. Sevilla, 1934 |
En algunos de los poemas de Mora se ve ese acento cernudiano
SI…
Si las hojas caídas
pudieran alzarse,
alzarse en el aire
hasta volver al árbol,
yo sería otra vez
ese chico feliz
que ahora cruza la
calle,
y no ese señor tan
serio
detrás de la ventana.
Ángel Mora de su libro El
que pasa mirando
Agradezco muy sinceramente al poeta que me haya dedicado el poema Leyendas del corazón (pag.103 de la edición de Renacimiento y pag.326 de Para que no me olviden) de su libro Caprichos
de solitario.
LEYENDAS DEL CORAZÓN
A Eduardo
Sáenz de Varona
Tras las montañas del
pecho
hay una fuente
encantada
que derrama en sus
veneros
sangre sucia y sangre
clara.
Los que han llegado
hasta allí
cuentan que es hueca
por dentro
aunque en su fondo se
agolpe
puntiagudo el
sentimiento.
Otros dicen que no es
cierto,
y aseguran fríamente
que es una víscera más,
parecida a un duro puño
maquinalmente latiendo.
Yo no sé si el corazón
será una fuente
encantada
o un simple trozo de
carne
viscoso y sanguinolento,
no lo sé, yo no lo
tengo.
Pero aquellos que lo
tienen,
afirman que el corazón
no es de carne ni de
piedra
ni forma parte del
cuerpo.
Ellos dicen misteriosos,
y lo dicen sonriendo,
que el corazón cuando
late,
al menos el que ellos
sienten,
es como un jardín de
rosas,
lleno de espinas y
ardiendo…
Y como
siempre me acuerdo de las palabras que Luis Cernuda (1902-1963) le dirigió al
poeta Vicente Núñez (1926-2002)
Vicente Núñez en el bar Tuta de Aguilar de la Frontera (Córdoba), año 2000. Allí estaba siempre con su medio de Moriles y su paquete de ducados |
un 12 de abril de
1956, en la carta que le escribió para agradecerle su colaboración en el
homenaje que le hizo el grupo cordobés Cántico
en los números 9 y 10 de su revista
de 1955 Leer a un poeta y aceptar sus
palabras con el sentido que ellas tienen, y no otro que pretendamos darle,
parece cosa sencilla; pero hace tiempo que sé es la más difícil.
Pero
tal vez las ideas aquí vertidas estén de sobra porque como dice el premio nobel
de literatura en 1948 T. S. Eliot (1888-1965):
el significado total de un poema, no se
agota mediante ninguna explicación, porque su significado es lo que significa
para los distintos lectores sensibles.
La mano del poeta dedicando uno de sus libros |
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