sábado, 29 de enero de 2022

RESPONSO DIFÍCIL POR FÉLIX FRANCISCO CASANOVA, JOVEN POETA CANARIO, EN EL 46 ANIVERSARIO DE SU FALLECIMIENTO

 

Félix Francisco Casanova

 



Félix Francisco Casanova Martín (Santa Cruz de la Palma, provincia de Santa Cruz de Tenerife, 28 de septiembre de 1956, Santa Cruz de Tenerife, 14 de enero de 1976) poeta y escritor canario, considerado el Rimbaud español, y junto a Leopoldo Mª Panero el más maldito de los poetas de su generación.

Nacido en la isla de La Palma, Canarias, era hijo del médico y poeta Félix Casanova de Ayala y de Mª de la Concepción Martín Díaz, pianista. Muy pronto llegó a la isla de Tenerife, donde se dedicaba a devorar compulsivamente sus muy seleccionadas lecturas (Rimbaud, Pessoa, Whitman, Breton, Eluard, Aragon, Joyce, Camus, Hesse...) y, sobre todo, a escuchar música, su auténtica pasión. 

Felix Francisco con su guitarra del grupo de rock alternativo Hovno


 Tanto es así que no tardó en fundar un grupo de rock alternativo, llamado Hovno (mierda en checo), bastante adelantado para el contexto de las Islas Canarias del tardofranquismo.

Estudiaba el tercer curso de Filología Hispánica en la Universidad de la Laguna cuando falleció. Su muerte se debió a un escape de gas mientras se bañaba en su domicilio.

A pesar de la brevedad de su vida, tuvo tiempo para dejar una obra intensa, original y extraña, plasmada en logros de una asombrosa madurez en el campo de la poesía y la prosa experimental. A los diecisiete años consiguió con El invernadero (1973) el principal premio de poesía de Canarias, el Julio Tovar. 

A los dieciocho años ganó el Pérez Armas de novela con El don de Vorace (1974), una divertida parodia - a la vez que desconcertante - de El túnel, de Ernesto Sabato, tal y como él mismo señaló en alguna ocasión. En una breve nota biográfica para la contraportada del libro, Casanova se definió en estos términos: Yo soy mi propio abuelo viendo a mi infancia jugar. A los diecinueve, un mes antes de su muerte, obtuvo otro premio, otorgado por el periódico La Tarde al poemario Una maleta llena de hojas, que constituye la segunda parte de La memoria olvidada (póstumo, 1980), una de sus más notables aportaciones en el campo de la poesía. Otros poemarios de Félix Francisco Casanova son: Espacio de hipnosis (1971), El sumidero (1972), Nueve suites y una antisuite (1972), Invalido las reglas (1973) y Ocioso en los amaneceres (1973). Con parte de este material, su padre, el poeta Félix Casanova de Ayala, confeccionó tres títulos: Cuello de botella (póstumo, 1976), Estampido del gato acorralado (póstumo, 1979) y Los botones de la piel (póstumo, 1986). 

Una buena parte de sus versos está recogido en el volumen La memoria olvidada. Poesía, 1973-1976, publicado por la editorial Hiperión en 1990. Félix Francisco Casanova es también autor de un interesante diario, Yo hubiera o hubiese amado, escrito a lo largo del año 1974 y publicado en 1983.

La editorial madrileña Demipage ha adquirido los derechos para publicar todas las obras del escritor canario. En abril de 2010 publicó la novela El don de Vorace y en octubre del mismo año la antología poética Cuarenta contra el agua

 

 

  

Escultura de Félix Francisco Casanova en su ciudad natal, Santa Cruz de La Palma, con un libro y dos discos (no se ven en la foto porque están en el suelo a su derecha) uno de Muddy Waters y otro de los Rolling Stones realizada en bronce por el artista palmero Fran Concepción


La vida de este poeta, tronchada a los 19 años, siempre me impresionó y aunque no lo conocí en persona  siento su pérdida profundamente, porque a través de sus poemas y vivencias, de las confesiones en su diario, de Bernardo Vorace, el personaje de su novela, te hace partícipe y cómplice de su extraordinaria existencia, y gracias a eso le coges cariño y estableces con él lazos y vínculos de afecto tan fuertes e íntimos que trascienden la propia muerte.

Y finalizo, el recordatorio de este aniversario, con las últimas líneas que Joaquín Romero Murube dedicó al poeta sevillano Luis Cernuda, en ABC de Sevilla, el domingo 10 de noviembre de 1963 con motivo de su fallecimiento acaecido el 5 de noviembre de ese año en México y, a mi parecer, oportunas para evocar el de Félix Francisco Casanova:

Lloran los últimos jazmines, ya sin alma de olor. Y un nardo postrero se ennegrece con el frío de lo que acaba.