domingo, 23 de octubre de 2016

LA AUTODESTRUCCIÓN VISTA A TRAVÉS DE LA LITERATURA Y EL ARTE



Muerte o vida






























Cartel de la expo. Selfdestruction








En el día de ayer 22 de octubre de 2016  el galerista Nando Argüelles inauguró una exposición con los artistas ut supra, bajo el título Selfdestruction. Como introducción a la misma pronuncié la conferencia abajo reseñada:

Me presentó la poeta y periodista Nurya Ruiz




Nurya Ruiz




LA AUTODESTRUCCIÓN VISTA A TRAVÉS DE LA LITERATURA Y EL ARTE

El diccionario de la RAE define la autodestrucción como la “destrucción de sí mismo” y el Diccionario Británico define self-destruction como “to destroy itself” que traducido al español viene a coincidir con la definición que nos da el diccionario de la RAE.


Inseparable es la vida de la muerte, son las dos caras de una misma realidad. Así, el problema del sentido de la existencia humana llega a su grado máximo cuando el hombre se pregunta por la muerte. El sentido de la vida varía, pues, de acuerdo con lo que el hombre piense de la muerte ya que puede considerarla como un fin definitivo ("polvo somos") o puede admitir algún tipo de inmortalidad anímica.


De hecho,  solo se conoce la muerte por la experiencia de ver morir a otros seres humanos. Ya decía Séneca, en su Epístola a Lucilio, XXX, que: Podemos sentir y conocer la pérdida de un hijo, de la fortuna… No podemos sentir nuestra propia muerte porque instantáneamente, en el mismo momento de ocurrir, ella nos hace insensibles a todo. Es absurdo el temor por lo que, cuando ocurra, no lo podremos ya sentir.


El hombre muere porque en su misma esencia está presente el germen de la muerte. Pero la muerte es algo doloroso y penoso, a pesar de ser natural y comprensible. Y aquí viene la gran paradoja: todos mueren - todos moriremos -, sí ¿pero yo también? Se nos hace difícil pensar en nuestra propia muerte. De ahí que el tema revista tanto interés, a pesar de su aparente inutilidad: la muerte es lo único que tenemos seguro desde el instante mismo de nacer.

 Tiempo y muerte van unidos. Por eso, a medida que "existimos" nos acercamos más a la muerte.



A continuación ofreceremos una serie de temas relacionados con la autodestrucción que nos servirán para observar y estudiar los aspectos comunes o diferentes de unas épocas a otras, de unas culturas a otras.

Evidentemente, no pretendemos agotar todas las posibilidades. Esto sería una quimera. Simplemente, ofreceremos una muestra antológica que nos permitirá apreciar la importancia, no solo del acto  de la autodestrucción, sino de todos los elementos, sicológicos, supersticiosos, lógicos, religiosos, que la envuelven.





Durante el romanticismo la vida no es un bien, sino un mal. El alma romántica es un alma atormentada, triste, moralmente enferma, en busca de un ideal inalcanzable, de un sueño que no se ha de realizar. El pesimismo lo envuelve todo. Si se mira la juventud, el tiempo la destruye. Si se sueña con el amor, el desengaño lo carcome; si se cree en la riqueza o en la fama, pronto se desvanecen. Si se alzan los ojos al más allá, la duda y el misterio nos invaden. Si se cree que la sociedad puede salvarnos, la injusticia y el dolor ponen su nota de amargura. Vivir ¿para qué? Una angustiosa melancolía, una incontrolable desesperación se sitúan en el corazón. El mal del siglo es su nombre: mal du siècle.
De un lado está el yo con sus sueños e ilusiones y, del otro, la triste realidad. “Eros y tanatos”. Los románticos se sienten abandonados por Dios, culpables y solos. Se mueven en el vacío y van a la autodestrucción.
El estado espiritual romántico estaba constituido por una insatisfacción del mundo contemporáneo, de inquietud ante la vida, de tristezas sin motivo y de una no aceptación de la vida y la sociedad. Este estado anímico producía el desequilibrio de las facultades. Para Goethe, los sanos son los clásicos y los enfermos los románticos (Klassich ist das Gesunde, Romantisch das Kranke).
Si la vida es un mal, la muerte, en consecuencia, es la gran amiga de los románticos. Es la libertadora, la que trae la paz al alma atormentada. Algunas veces se la busca deliberadamente.


Mariano José de Larra

Larra se autodestruyó suicidándose con 27 años.






 
Rimbaud,  l`enfant terrible


 Y Rimbaud (1854-1891) nos dirá en El baile de los ahorcados

En la horca negra bailan, amable manco,
bailan los paladines,
los descarnados danzarines del diablo;
danzan que danzan sin fin
los esqueletos de Saladín.

Y este “enfant terrible” dice en Una temporada en el infierno: "Gana la muerte con todos tus apetitos, y tu egoísmo y todos los pecados capitales".


El hispanista norteamericano Russell Sebold (1928-2014), especialista en el romanticismo,  comenta que es la actitud del suicida y no el suicidio en sí lo claramente romántico: … lo más romántico no es el mismo acto de privarse del aliento, sino imaginarse la propia muerte como respuesta irrebatible del mal comprendido idealista joven, noble, ambicioso a un mundo indigno, frío, indiferente.

Los románticos, pues, se sienten inclinados por la temática de la autodestrucción. Es el tema de las noches, de los sepulcros, de la aspiración a lo infinito, puesto que la muerte es el camino para alcanzarlo.






El principio de siglo XX viene marcado por una situación dolorosa, la pérdida de las colonias en España, seguida, además, por varios conflictos bélicos (la I Guerra Mundial, la Guerra Civil Española, la II Guerra Mundial,...). Muchos fueron los movimientos de vanguardia que surgieron a raíz de estos hechos: dadaísmo, futurismo, fauvismo,(en el terreno del arte) existencialismo…(en el campo de la filosofía).

El personaje paradigmático del existencialismo fue Jean Paul Sartre fallecido en 1980 y que en 1964 rechazó el premio nobel de literatura.

 Sin embargo el filósofo y teólogo danés del siglo XIX  Søren Kierkegaard (1813 – 1855)  es considerado el padre del existencialismo.
Su obra El concepto de la angustia marcó a toda una generación y puso los cimientos del existencialismo.


También está la fundamental figura de Herbert Marcuse, fallecido en 1979. Las críticas de Marcuse a la sociedad capitalista (especialmente su síntesis de Marx y Freud, en su obra   Eros y la civilización, publicada en 1955, y su libro  El hombre unidimensional, publicado en 1964) resonaron en las preocupaciones del movimiento  estudiantil de los años 60 (el prohibido prohibir del mayo francés del 68). 


…Y apareció en San Francisco la corriente hippie (“haz el amor, no la guerra”) que sin ser un movimiento político tomó la filosofía de Jean Paul Sartre, Herbert Marcuse y Karl Marx.
  


 De otro lado en nuestra nación los autores españoles se dolieron de la situación caótica que atravesaba el país (pérdida de colonias en 1898, guerra civil…)  y toda Europa, y clamaron desde sus obras: a veces desde la poesía, otras desde la prosa y el teatro. Los miembros de la Generación del 98 se lamentaron de la falta de medios, de la pérdida de valores; los poetas de la generación del 27 sufrieron con la autodestrucción que supuso la guerra civil 

                                      
Sevilla. 1934. Sería la última vez que estaría en la ciudad donde nació
                             


y Luis Cernuda (1902-1963) (para nosotros el mejor poeta español del siglo XX y que, a su pesar, lo han considerado, las eminencias ciertamente “grises”, miembro de esa generación) nos dirá en su poema en prosa Sombras – incluido en su obra Ocnos – aludiendo a la autodestrucción de la edad juvenil ¡Ah, tiempo, tiempo cruel, que para tentarnos con la fresca rosa de hoy destruiste la dulce rosa de ayer!
 Y toda la literatura social se hizo eco de estas situaciones paradójicas, contradictorias que permitían que unos muriesen en nombre de no se sabía muy bien qué ya que, al final, todo volvía a ser como antes o peor.
Entramos, por lo tanto, en otro tema que está muy relacionado con la autodestrucción, la guerra. España se dividió en dos bandos y cada uno hizo las tropelías que pudo. Hubo mártires de uno y otro lado, cancioneros de la resistencia y teatro de urgencia, pero, sobre todo, hubo dolor y horror ante tanto sufrimiento que se plasmó, básicamente en la literatura de posguerra, la llamada Literatura Social.




A medida que España se adapta a Europa y se va modernizando, entran otros temas y matizaciones; se abandonan los tonos de angustia y se busca la innovación, el arte por el arte. De todas formas, ningún escritor ha dejado de preguntarse nunca por la muerte como autodestrucción. Unos lo han hecho relacionándola con el devenir, con el tiempo; otros con las guerras, otros con el mero final lógico a una vida.
En muchas novelas aparecen muertes de personajes descritas con más o menos intensidad; aunque hay que destacar algo importante: en el siglo XX no es el muerto quien más importa, sino los vivos (la añeja Oda XI de Horacio a Leuconia tiene plena vigencia en nuestro tiempo carpe diem quam minimum credula postero – “aprovecha el día de hoy porque no sabemos si llegará el mañana” -)  el dolor que causa en los que quedan, las sensaciones que provoca, los pensamientos, etc. Con ello el lector se identifica mejor con esa acción ya que, a nosotros, todavía no nos interesa saber cómo será nuestra muerte, sino cómo encajar la muerte de los demás e, incluso, aprender a mentalizarnos de ese hecho pero desde la experiencia de los demás, porque la muerte y por ende la autodestrucción, por desgracia, no es una experiencia de la que nadie haya podido hablar, al menos de la suya propia.


En definitiva, la muerte no debería ser un tema tabú, pese al respeto o miedo que se le tenga y todas las culturas lo han tratado, desde la religión o el aspecto biológico, desde la angustia o la aceptación; desde el miedo o la burla; desde la truculencia o la contención.




En el siglo XX la generación beat (en inglés: beat generation) marcó un hito. Algunos de sus elementos definitorios como el rechazo a los valores  clásicos occidentales, el uso de las drogas, la libertad sexual y el estudio de la filosofía oriental dejó su principal influencia y legado en la posterior contracultura o movimiento hippie. 

Obras tales como Aullido de Allen Ginsberg (1956), 

Allen Ginsberg


En el camino (On the road) de Jack Kerouac (1957) 


Jack Kerouac

 y El almuerzo desnudo de William S. Burroughs (1959)  



William S. Burroughs

han sido  las fundamentales en la trayectoria de la generación beat reunida en torno al mítico Café Hafa de Tánger.





Tarifa vista desde la terraza del mítico Hafa



El autor en la entrada al Hafa


También poetas y escritores del siglo XX trataron, de una u otra forma, de la cuestión de la autodestrucción.

 
Bukowski

Así el poeta alemán, afincado en Estados Unidos, Charles Bukowski  (1920-1994) nos dirá:

Ben me habló por teléfono y dijo
"corre el rumor que has muerto. La revista Hustler
ha recibido
3 o 4 llamadas"
"bien", le dije, "a lo mejor los muertos no lo saben,
a la mejor finalmente estoy muerto




Henry Miller




Y Henry Miller (1891-1980) en sus obras   El coloso de Marussi (1941), La pesadilla del aire acondicionado (1945-47), la trilogía “La crucifixión rosa”, compuesta por Sexus (1949), Plexus (1953), y Nexus (1960), o bien  Las naranjas del Bosco en 1957; o el estudio literario, El mundo de D.H. Lawrence en 1980, analiza, entre otras cuestiones, la vida como autodestrucción.
Así escribirá en Sexuscuando nuestras propias vidas están amenazadas, empezamos a vivir”.



 
Esteban Cristi


Y el poeta y cantautor chileno Esteban Cristi escribe en sus Poemas de autodestrucción:


Es el rito de cada noche.
Es quizás lo único que te pertenece.
Prefiero confundirme entre la droga
que entre la mierda a que aspiras
¿Esperas que crea en ti?




 
Nick Drake


Y el cantautor y músico inglés  Nick Drake (1948-1974)  que  se suicidó con barbitúricos en 1974  nos presentó una realidad cuyo origen es la mente atormentada y melancólica de Nick, quien tuvo el valor de indagar en sus profundidades y compartir con el mundo sus agrestes verdades a la manera de William Blake o Yeats, sus poetas preferidos.

En Fruit Tree cantará poéticamente: En el seno de una muerte eterna, al encontrar la oscuridad, puedes dar con la luz más brillante. En el  lugar más profundo de la tierra encontrarás lo que realmente merece la pena vivir.




Félix Francisco Casanova. Foto de su hermano José Bernardo Casanova



Y voy a terminar esta parte de mi charla con el joven poeta canario Félix Francisco Casanova (1956-1976) muerto, con 20 años en 1976, por un escape de gas mientras se duchaba (esta es la versión oficial dada por la familia pero en realidad se suicidó) que escribe:



Yo soy tu destino…
Espero que nos crucemos
al doblar una vida
y del susto me mates
por última vez.



Y en su poema Suelo quedar dormido



… Esa música crujiente
que avanza como un ejército de muertos,
el viento inflamable que destroza las estaciones
como la coz de un caballo en libertad,
así de fuerte es mi venganza,
así me ahorco con la soga del campanario
para que os persiga la música de metal
que mata.
Y nunca más haréis el amor
ni oleréis ese manjar que es el agua…







En cuanto a la autodestrucción en el arte tenemos los precedentes próximos del siglo XVII en Rubens con su cuadro del Museo del Prado Saturno devorando a un hijo 





y ya más cercanos en Goya con sus cuadros Saturno devorando a su hijo (probablemente inspirado en el de Rubens) 


 y, en cierto modo, El coloso también denominado El gigante, El pánico y La tormenta.









No me resisto a mencionar aquí la obra de Goya El perro semihundido que, a nuestro parecer, es (ocultando la figura de perro) un cuadro abstracto y al que Canogar calificó de poema visual. Pero lo que queremos resaltar es la furtiva lágrima de sordo dolor que emana del ojo  del perro que se hunde en la arena, también ejemplo de extrema soledad.








Y pasando a la autodestrucción en el arte de nuestros días debemos hablar del fotógrafo David Nebreda nacido en Madrid en 1952 y Licenciado en Bellas Artes. A la corta edad de 19 años los médicos le diagnosticaron esquizofrenia. Vive encerrado en un piso de Madrid con apenas dos habitaciones donde ha realizado la totalidad de su obra fotográfica, sin tomar medicación, sin comunicación con el exterior, sin internet, radio, prensa, libros ni televisión. Vegetariano desde los 20 años, practica la abstinencia sexual, y se somete a severos ayunos que le mantienen un estado de delgadez extrema.






Su obra es casi desconocida en España, pero en Francia ha sido promocionada por personas de la categoría de Léo Sheer, filósofo crítico y uno de los promotores de Canal + Francia, e incluso ha sido objeto de un libro de Jean Baudrillard (1929-2007) filósofo, sociólogo y crítico de la cultura francesa. Son muy conocidos sus análisis de la posmodernidad y de la filosofía del postestructuralismo.












Sobre el fotógrafo Nebreda me gustaría terminar con las palabras que Juan Antonio Ramírez le dedicó en su libro Corpus Solus: Para un mapa del cuerpo en el arte contemporáneo:


Nebreda ha bajado al abismo más oscuro de sí mismo y, tras sufrir peripecias y penalidades indecibles, ha regresado cargado de tesoros. Como joyas rutilantes, resplandecen ahora en la oscuridad de este mundo sombrío en el que habitamos todos. “No más allá”, parecen proclamar. Desde el fondo de la cueva, desde el interior del capullo de la metamorfosis, desde el cáliz de la Pasión emerge el mensaje de que “aquí ya no queda nada”.



       Mi propia realidad es peor que las fotos






 
Thomas Hirschhorn











Las instalaciones que hace el artista suizo, Thomas Hirschhorn, nacido en 1957, nacen al filo de la realidad, al filo de una historia de la humanidad que es una historia de una autodestrucción. A eso contrapone unas formas artísticas en las que la respuesta inmediata a lo que ocurre a su alrededor, es una de las constantes, para formar un “corpus artístico” con el que si bien no quiere hacer política sí hace arte políticamente, según dice el propio artista.







El arte utilizado como vehículo de crítica política y social, una crítica de la que tampoco se escapa su país, y donde las guerras, los conflictos, cobran una gran fuerza en unas obras en las que no ahorra la visión de cuerpos destrozados que combina en ocasiones con mujeres desnudas.






 
El artista ante una de sus instalaciones














 
Los hermanos Chapman


Jake Chapman (Reino Unido, 1966) y Dinos Chapman (Reino Unido, 1962) son hermanos y artistas conceptuales ingleses; conocidos como los Chapman Brothers (en inglés) Los hermanos Chapman trabajan casi únicamente entre ellos. Se volvieron importantes como parte del movimiento Young British Artists, que fue promovido por Charles Saatchi, famoso publicista, galerista y coleccionista de arte.  







Su celebridad se basa fundamentalmente en la polémica, alentada con acciones  como la de comprar una edición de Los desastres de la guerra de Goya e intervenirla pintando narices de payaso a las figuras del maestro aragonés.



 La muerte, el sexo, el nazismo o la infancia son algunos de los temas favoritos de los Chapman, siempre tomados desde un punto de vista grotesco que desafía todas las convenciones morales y lo políticamente correcto.






Seguidores de Marcel Duchamp, que decía que el arte está en el ojo del observador y no en el objeto en sí, el arte de los hermanos Chapman es un medio de comunicación entre el artista y el observador. Francisco de Goya, Hermanos Chapman, dos siglos les separan y ¿un mismo mensaje...?
















 
Javier Velasco

Por último queremos hacer una referencia al artista campogibraltareño Javier Velasco (La Línea de la Concepción, 1963)   que pertenece a esa pléyade de jóvenes artistas andaluces que han emergido con fuerza en el panorama artístico nacional. Su proyección internacional tuvo especial  incidencia en la Bienal de Venecia donde presentó una brillante instalación. El artista lleva tiempo profundizando en la lágrima como motivo artístico. Desde distintos medios se insiste en el poder de los sentimientos, en la materialización de un fluido corporal que abandona lo corpóreo para desencadenar infinitas posibilidades donde la memoria, el tiempo y la emoción juegan un papel preponderante. En la obra de Velasco hay lágrimas de cristal que sirven para dejar constancia de lo eterno y lo efímero en unos libros con textos parcialmente borrados, que se vuelven piercings en las imágenes de jóvenes que se dejan traspasar la piel y donde el autor procura la creación de belleza a través del dolor.






Edgar Allan Poe, ya nos avisaba en Un sueño es un sueño de lo inaprensible (cuando es deseado desde la imaginación)  de poseer algo que sólo está en nuestra imaginación. Puede ser que por esto naciera la obra de Javier Velasco.






 
De su expo. en Miami


 
De su expo. en el CAAC de Sevilla


























GALERÍA DE FOTOS DE LA EXPO.






Con el galerista Nando Argüelles antes de iniciar mi charla



Durante mi intervención



La poeta Isabel Facinas puso un emotivo y brillante broche final a la charla recitando unos bellísimos poemas




Durante mi charla





Otra perspectiva de mi charla






Eduardo Sáenz de Varona y la artista Laura Pintado






Con el artista Kris Frison





Con Kris Frison y su obra












Vídeo de la periodista y poeta Nurya Ruiz



















Foto de familia: Laura Pintado, Karina Zothner, Roy Anglada, el galerista Nando Argüelles, Gonzalo Cores, Sergio Galea y Kris Frison








Isabel Facinas recitando sus emotivos y bellos poemas






Impartiendo mi charla




El autor con Laura Pintado y Kris Frison







Durante el almuerzo en el jadín de la Finca El Coleta









La obra de Sergio Galea







Roy Anglada ante parte de la obra expuesta





La discoteca de la Finca El Coleta preparada para la performance de Gonzalo Cores























Cartel de la expo. Selfdestruction





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