Muerte o vida
Cartel de la expo. Selfdestruction |
En el día de ayer 22 de octubre de 2016 el galerista Nando Argüelles inauguró una exposición con los artistas ut supra, bajo el título Selfdestruction. Como introducción a la misma pronuncié la conferencia abajo reseñada:
Me presentó la poeta y periodista Nurya Ruiz
Nurya Ruiz |
LA
AUTODESTRUCCIÓN VISTA A TRAVÉS DE LA LITERATURA Y EL ARTE
El diccionario de la RAE define la autodestrucción como la
“destrucción de sí mismo” y el Diccionario Británico define self-destruction
como “to destroy itself” que traducido al español viene a coincidir con la
definición que nos da el diccionario de la RAE.
Inseparable es la vida de la muerte, son las dos caras de una misma realidad. Así, el problema del sentido de la existencia humana llega a su grado máximo cuando el hombre se pregunta por la muerte. El sentido de la vida varía, pues, de acuerdo con lo que el hombre piense de la muerte ya que puede considerarla como un fin definitivo ("polvo somos") o puede admitir algún tipo de inmortalidad anímica.
De hecho, solo se conoce la muerte por la experiencia de ver morir a otros seres humanos. Ya decía Séneca, en su Epístola a Lucilio, XXX, que: Podemos sentir y conocer la pérdida de un hijo, de la fortuna… No podemos sentir nuestra propia muerte porque instantáneamente, en el mismo momento de ocurrir, ella nos hace insensibles a todo. Es absurdo el temor por lo que, cuando ocurra, no lo podremos ya sentir.
El hombre muere porque en su misma esencia está presente el germen de la muerte. Pero la muerte es algo doloroso y penoso, a pesar de ser natural y comprensible. Y aquí viene la gran paradoja: todos mueren - todos moriremos -, sí ¿pero yo también? Se nos hace difícil pensar en nuestra propia muerte. De ahí que el tema revista tanto interés, a pesar de su aparente inutilidad: la muerte es lo único que tenemos seguro desde el instante mismo de nacer.
Tiempo y muerte van unidos. Por eso, a medida que "existimos" nos acercamos más a la muerte.
A continuación ofreceremos una serie de temas relacionados con la autodestrucción que nos servirán para observar y estudiar los aspectos comunes o diferentes de unas épocas a otras, de unas culturas a otras.
Evidentemente, no pretendemos agotar todas las posibilidades. Esto sería una quimera. Simplemente, ofreceremos una muestra antológica que nos permitirá apreciar la importancia, no solo del acto de la autodestrucción, sino de todos los elementos, sicológicos, supersticiosos, lógicos, religiosos, que la envuelven.
Durante el romanticismo la vida no es un bien, sino un mal. El alma romántica es un alma atormentada, triste, moralmente enferma, en busca de un ideal inalcanzable, de un sueño que no se ha de realizar. El pesimismo lo envuelve todo. Si se mira la juventud, el tiempo la destruye. Si se sueña con el amor, el desengaño lo carcome; si se cree en la riqueza o en la fama, pronto se desvanecen. Si se alzan los ojos al más allá, la duda y el misterio nos invaden. Si se cree que la sociedad puede salvarnos, la injusticia y el dolor ponen su nota de amargura. Vivir ¿para qué? Una angustiosa melancolía, una incontrolable desesperación se sitúan en el corazón. El mal del siglo es su nombre: mal du siècle.
De un lado está el yo con sus sueños e ilusiones y, del otro,
la triste realidad. “Eros y tanatos”. Los románticos se sienten abandonados por
Dios, culpables y solos. Se mueven en el vacío y van a la autodestrucción.
El estado espiritual romántico estaba constituido por una
insatisfacción del mundo contemporáneo, de inquietud ante la vida, de tristezas
sin motivo y de una no aceptación de la vida y la sociedad. Este estado anímico
producía el desequilibrio de las facultades. Para Goethe, los sanos son los
clásicos y los enfermos los románticos (Klassich
ist das Gesunde, Romantisch das Kranke).
Si la vida es un mal, la muerte, en consecuencia, es la gran
amiga de los románticos. Es la libertadora, la que trae la paz al alma
atormentada. Algunas veces se la busca deliberadamente.
Mariano José de Larra |
Larra se autodestruyó suicidándose con 27 años.
Y Rimbaud (1854-1891) nos dirá en El baile de los ahorcados
En la horca negra
bailan, amable manco,
bailan los paladines,
los descarnados
danzarines del diablo;
danzan que danzan sin
fin
los esqueletos de
Saladín.
Y este “enfant terrible” dice en Una temporada en el infierno: "Gana
la muerte con todos tus apetitos, y tu egoísmo y todos los pecados capitales".
El hispanista norteamericano Russell Sebold (1928-2014),
especialista en el romanticismo, comenta
que es la actitud del suicida y no el suicidio en sí lo claramente romántico: … lo más romántico no es el mismo acto de privarse del aliento, sino imaginarse
la propia muerte como respuesta irrebatible del mal comprendido idealista
joven, noble, ambicioso a un mundo indigno, frío, indiferente.
Los románticos, pues, se sienten inclinados por la temática
de la autodestrucción. Es el tema de las noches, de los sepulcros, de la
aspiración a lo infinito, puesto que la muerte es el camino para alcanzarlo.
El principio de siglo XX viene marcado por una situación dolorosa, la pérdida de las colonias en España, seguida, además, por varios conflictos bélicos (la I Guerra Mundial, la Guerra Civil Española, la II Guerra Mundial,...). Muchos fueron los movimientos de vanguardia que surgieron a raíz de estos hechos: dadaísmo, futurismo, fauvismo,(en el terreno del arte) existencialismo…(en el campo de la filosofía).
El personaje paradigmático del existencialismo fue Jean Paul
Sartre fallecido en 1980 y que en 1964 rechazó el premio nobel de literatura.
Sin embargo el filósofo
y teólogo danés del siglo XIX Søren
Kierkegaard (1813 – 1855) es considerado el padre del existencialismo.
Su obra El concepto de
la angustia marcó a toda una generación y puso los cimientos del
existencialismo.
También está la fundamental figura de Herbert Marcuse,
fallecido en 1979. Las críticas de Marcuse a la sociedad capitalista
(especialmente su síntesis de Marx y Freud, en su obra Eros y la civilización, publicada en
1955, y su libro El hombre unidimensional,
publicado en 1964) resonaron en las preocupaciones del movimiento
estudiantil de los años 60 (el prohibido
prohibir del mayo francés del 68).
…Y apareció en San Francisco la corriente hippie (“haz el amor, no la guerra”) que sin ser un movimiento político tomó la filosofía de Jean Paul Sartre, Herbert Marcuse y Karl Marx.
De otro lado en nuestra nación los autores españoles se dolieron de la situación caótica que atravesaba el país (pérdida de colonias en 1898, guerra civil…) y toda Europa, y clamaron desde sus obras: a veces desde la poesía, otras desde la prosa y el teatro. Los miembros de la Generación del 98 se lamentaron de la falta de medios, de la pérdida de valores; los poetas de la generación del 27 sufrieron con la autodestrucción que supuso la guerra civil
y Luis Cernuda (1902-1963) (para nosotros el mejor poeta
español del siglo XX y que, a su pesar, lo han considerado, las eminencias
ciertamente “grises”, miembro de esa generación) nos dirá en su poema en prosa Sombras – incluido en su obra Ocnos – aludiendo a la autodestrucción
de la edad juvenil ¡Ah, tiempo, tiempo
cruel, que para tentarnos con la
fresca rosa de hoy destruiste la dulce rosa de ayer!
Y toda la literatura
social se hizo eco de estas situaciones paradójicas, contradictorias que
permitían que unos muriesen en nombre de no se sabía muy bien qué ya que, al
final, todo volvía a ser como antes o peor.
Entramos, por lo tanto, en otro tema que está muy relacionado
con la autodestrucción, la guerra. España se dividió en dos bandos y cada uno
hizo las tropelías que pudo. Hubo mártires de uno y otro lado, cancioneros de
la resistencia y teatro de urgencia, pero, sobre todo, hubo dolor y horror ante
tanto sufrimiento que se plasmó, básicamente en la literatura de posguerra, la
llamada Literatura Social.
A medida que España se adapta a Europa y se va modernizando, entran otros temas y matizaciones; se abandonan los tonos de angustia y se busca la innovación, el arte por el arte. De todas formas, ningún escritor ha dejado de preguntarse nunca por la muerte como autodestrucción. Unos lo han hecho relacionándola con el devenir, con el tiempo; otros con las guerras, otros con el mero final lógico a una vida.
En muchas novelas aparecen muertes de personajes descritas
con más o menos intensidad; aunque hay que destacar algo importante: en el
siglo XX no es el muerto quien más importa, sino los vivos (la añeja Oda XI de
Horacio a Leuconia tiene plena vigencia en nuestro tiempo carpe diem quam minimum
credula postero – “aprovecha el día de hoy porque no sabemos si llegará el
mañana” -) el dolor que causa en los que
quedan, las sensaciones que provoca, los pensamientos, etc. Con ello el lector
se identifica mejor con esa acción ya que, a nosotros, todavía no nos interesa
saber cómo será nuestra muerte, sino cómo encajar la muerte de los demás e,
incluso, aprender a mentalizarnos de ese hecho pero desde la experiencia de los
demás, porque la muerte y por ende la autodestrucción, por desgracia, no es una
experiencia de la que nadie haya podido hablar, al menos de la suya propia.
En definitiva, la muerte no debería ser un tema tabú, pese al respeto o miedo que se le tenga y todas las culturas lo han tratado, desde la religión o el aspecto biológico, desde la angustia o la aceptación; desde el miedo o la burla; desde la truculencia o la contención.
En el siglo XX la generación beat (en inglés: beat generation) marcó un hito. Algunos de sus elementos definitorios como el rechazo
a los valores clásicos occidentales, el
uso de las drogas, la libertad sexual y el estudio de la filosofía oriental dejó
su principal influencia y legado en la posterior contracultura o movimiento
hippie.
Obras tales como Aullido de
Allen Ginsberg (1956),
Allen Ginsberg |
En el camino (On the road)
de Jack Kerouac (1957)
Jack Kerouac |
y El almuerzo
desnudo de William S. Burroughs (1959)
William S. Burroughs |
han sido las fundamentales en la
trayectoria de la generación beat reunida en torno al mítico Café Hafa de
Tánger.
Tarifa vista desde la terraza del mítico Hafa |
El autor en la entrada al Hafa |
También poetas y escritores del siglo XX trataron, de una u
otra forma, de la cuestión de la autodestrucción.
Así el poeta alemán, afincado en Estados Unidos, Charles
Bukowski (1920-1994) nos dirá:
Ben me habló por
teléfono y dijo
"corre el rumor
que has muerto. La revista Hustler
ha recibido
3 o 4 llamadas"
"bien", le
dije, "a lo mejor los muertos no lo saben,
a la mejor finalmente
estoy muerto
Henry Miller |
Y Henry Miller (1891-1980) en sus obras El coloso
de Marussi (1941), La pesadilla del
aire acondicionado (1945-47), la
trilogía “La crucifixión rosa”, compuesta por Sexus (1949), Plexus
(1953), y Nexus (1960), o bien Las
naranjas del Bosco en 1957; o el estudio literario, El mundo de D.H. Lawrence
en 1980, analiza, entre otras cuestiones, la vida como autodestrucción.
Así escribirá en Sexus
“cuando nuestras propias vidas están
amenazadas, empezamos a vivir”.
Y el poeta y cantautor chileno Esteban Cristi escribe en sus Poemas de autodestrucción:
Es el rito de cada
noche.
Es quizás lo único que
te pertenece.
Prefiero confundirme
entre la droga
que entre la mierda a
que aspiras
¿Esperas que crea en
ti?
Y el cantautor y músico inglés Nick Drake (1948-1974) que se suicidó con barbitúricos en 1974 nos presentó una realidad cuyo origen es la
mente atormentada y melancólica de Nick, quien tuvo el valor de indagar en sus
profundidades y compartir con el mundo sus agrestes verdades a la manera de
William Blake o Yeats, sus poetas preferidos.
En Fruit Tree
cantará poéticamente: En el seno de una muerte eterna, al encontrar la
oscuridad, puedes dar con la luz más brillante. En el lugar más profundo de la tierra encontrarás lo
que realmente merece la pena vivir.
Félix Francisco Casanova. Foto de su hermano José Bernardo Casanova |
Y voy a terminar esta parte de mi charla con el joven poeta canario
Félix Francisco Casanova (1956-1976) muerto, con 20 años en 1976, por un escape
de gas mientras se duchaba (esta es la versión oficial dada por la familia pero
en realidad se suicidó) que escribe:
Yo soy tu destino…
Espero que nos crucemos
al doblar una vida
y del susto me mates
por última vez.
Y en su poema Suelo
quedar dormido
… Esa música crujiente
que avanza como un
ejército de muertos,
el viento inflamable
que destroza las estaciones
como la coz de un
caballo en libertad,
así de fuerte es mi
venganza,
así me ahorco con la
soga del campanario
para que os persiga la
música de metal
que mata.
Y nunca más haréis el
amor
ni oleréis ese manjar
que es el agua…
En cuanto a la autodestrucción en el arte tenemos los
precedentes próximos del siglo XVII en Rubens con su cuadro del Museo del Prado
Saturno devorando a un hijo
y ya más cercanos en Goya con sus
cuadros Saturno devorando a su hijo
(probablemente inspirado en el de Rubens)
y, en cierto modo, El coloso también denominado El gigante, El pánico y La tormenta.
No me resisto a mencionar aquí la obra de Goya El perro semihundido que, a nuestro
parecer, es (ocultando la figura de perro) un cuadro abstracto y al que Canogar
calificó de poema visual. Pero lo que queremos resaltar es la furtiva lágrima
de sordo dolor que emana del ojo del
perro que se hunde en la arena, también ejemplo de extrema soledad.
Y pasando a la autodestrucción en el arte de nuestros días
debemos hablar del fotógrafo David Nebreda nacido en Madrid en 1952 y Licenciado
en Bellas Artes. A la corta edad de 19 años los médicos le diagnosticaron
esquizofrenia. Vive encerrado en un piso de Madrid con apenas dos habitaciones
donde ha realizado la totalidad de su obra fotográfica, sin tomar medicación,
sin comunicación con el exterior, sin internet, radio, prensa, libros ni
televisión. Vegetariano desde los 20 años, practica la abstinencia sexual, y se
somete a severos ayunos que le mantienen un estado de delgadez extrema.
Su obra es casi desconocida en España, pero en Francia ha
sido promocionada por personas de la categoría de Léo Sheer, filósofo crítico y
uno de los promotores de Canal + Francia, e incluso ha sido objeto de un libro de
Jean Baudrillard (1929-2007) filósofo, sociólogo y crítico de la cultura
francesa. Son muy conocidos sus análisis de la posmodernidad y de la filosofía
del postestructuralismo.
Sobre el fotógrafo Nebreda me gustaría terminar con las
palabras que Juan Antonio Ramírez le dedicó en su libro Corpus Solus: Para un mapa del cuerpo en el arte contemporáneo:
Nebreda ha bajado al
abismo más oscuro de sí mismo y, tras sufrir peripecias y penalidades
indecibles, ha regresado cargado de tesoros. Como joyas rutilantes,
resplandecen ahora en la oscuridad de este mundo sombrío en el que habitamos
todos. “No más allá”, parecen proclamar. Desde el fondo de la cueva, desde el
interior del capullo de la metamorfosis, desde el cáliz de la Pasión emerge el
mensaje de que “aquí ya no queda nada”.
Mi propia realidad es peor que las fotos |
Las instalaciones que hace el artista suizo, Thomas Hirschhorn, nacido en 1957,
nacen al filo de la realidad, al filo de una historia de la humanidad que es
una historia de una autodestrucción. A eso contrapone unas formas artísticas en
las que la respuesta inmediata a lo que ocurre a su alrededor, es una de las
constantes, para formar un “corpus artístico” con el que si bien no quiere
hacer política sí hace arte políticamente, según dice el propio artista.
El arte utilizado como vehículo de crítica política y social,
una crítica de la que tampoco se escapa su país, y donde las guerras, los
conflictos, cobran una gran fuerza en unas obras en las que no ahorra la visión
de cuerpos destrozados que combina en ocasiones con mujeres desnudas.
Jake Chapman (Reino Unido, 1966) y Dinos Chapman (Reino Unido,
1962) son hermanos y artistas conceptuales ingleses; conocidos como los Chapman
Brothers (en inglés) Los hermanos Chapman trabajan casi únicamente entre ellos.
Se volvieron importantes como parte del movimiento Young British Artists, que
fue promovido por Charles Saatchi, famoso publicista, galerista y coleccionista
de arte.
Su celebridad se basa fundamentalmente en la polémica, alentada
con acciones como la de comprar una
edición de Los desastres de la guerra
de Goya e intervenirla pintando narices de payaso a las figuras del maestro
aragonés.
La muerte, el sexo, el nazismo o la infancia son algunos de los temas
favoritos de los Chapman, siempre tomados desde un punto de vista grotesco que
desafía todas las convenciones morales y lo políticamente correcto.
Seguidores de Marcel Duchamp, que decía que el arte está en
el ojo del observador y no en el objeto en sí, el arte de los hermanos Chapman es
un medio de comunicación entre el artista y el observador. Francisco de Goya,
Hermanos Chapman, dos siglos les separan y ¿un mismo mensaje...?
Por último queremos hacer una referencia al artista
campogibraltareño Javier Velasco (La Línea de la Concepción, 1963) que pertenece
a esa pléyade de jóvenes artistas andaluces que han emergido con fuerza en el
panorama artístico nacional. Su proyección internacional tuvo especial incidencia en la Bienal de Venecia donde
presentó una brillante instalación. El artista lleva tiempo profundizando en la
lágrima como motivo artístico. Desde distintos medios se insiste en el poder de
los sentimientos, en la materialización de un fluido corporal que abandona lo
corpóreo para desencadenar infinitas posibilidades donde la memoria, el tiempo
y la emoción juegan un papel preponderante. En la obra de Velasco hay lágrimas
de cristal que sirven para dejar constancia de lo eterno y lo efímero en unos
libros con textos parcialmente borrados, que se vuelven piercings en las
imágenes de jóvenes que se dejan traspasar la piel y donde el autor procura la
creación de belleza a través del dolor.
Edgar Allan Poe, ya nos avisaba en Un sueño es un sueño de lo inaprensible (cuando es deseado desde la
imaginación) de poseer algo que sólo
está en nuestra imaginación. Puede ser que por esto naciera la obra de Javier
Velasco.
GALERÍA DE FOTOS DE LA EXPO.
Con el galerista Nando Argüelles antes de iniciar mi charla |
Durante mi intervención |
La poeta Isabel Facinas puso un emotivo y brillante broche final a la charla recitando unos bellísimos poemas |
Durante mi charla |
Otra perspectiva de mi charla |
Eduardo Sáenz de Varona y la artista Laura Pintado |
Con el artista Kris Frison |
Con Kris Frison y su obra |
Vídeo de la periodista y poeta Nurya Ruiz
Foto de familia: Laura Pintado, Karina Zothner, Roy Anglada, el galerista Nando Argüelles, Gonzalo Cores, Sergio Galea y Kris Frison |
Isabel Facinas recitando sus emotivos y bellos poemas |
Impartiendo mi charla |
El autor con Laura Pintado y Kris Frison |
Durante el almuerzo en el jadín de la Finca El Coleta |
La obra de Sergio Galea |
Roy Anglada ante parte de la obra expuesta |
La discoteca de la Finca El Coleta preparada para la performance de Gonzalo Cores |
Cartel de la expo. Selfdestruction |
Logo de la Galería Nando Argüelles |
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