Si pinchas el link ut infra podrás ver algo de la poesía que escribo, aunque, solo en parte, ya está reflejada en esta website, pero el refrán afirma que lo que abunda no daña
https://fernando-sabido-andalucia.blogspot.com/2013/01/1435-eduardo-saenz-de-varona.html
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El autor del Prólogo Joaquín Cestino (1937-2018) |
LA POESÍA Y LA VIDA (PRÓLOGO)
En la edición del año 1803 del diccionario de la Real
Academia Española se definía la poesía como la imitación ficticia en verso de
la naturaleza para enseñanza y deleite de los hombres. Mucho después, en el año
1992, y también en el diccionario de la lengua española, la poesía era la
manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra,
en verso o en prosa.
Mucho han cambiado los tiempos como para que definiciones
como las citadas puedan mantenerse. Porque, por otra parte, es claro que los
diccionarios no pueden definir la poesía, o lo hacen de forma muy limitada y
discursiva. Tampoco el amor, la hermosura, la felicidad o los colores pueden
definirse.
La poesía de la naturaleza sale con el sol y viaja por la
noche a las estrellas, navega con las nubes, vuela con las aves, se mueve entre
las hojas de los árboles, se eleva hasta las cumbres de las más altas montañas,
y se refugia entre las sombras de las olas que mueren en las playas.
El hombre es parte de la naturaleza y siente su propia
poesía. El hombre canta al amor y al dolor, a la proximidad y a la ausencia, a
las alegrías y a las tristezas, a sus conquistas y a sus fracasos.
Pero esa poesía humana necesita la palabra. El lenguaje.
Y desde el origen de la especie y la profundidad de los
siglos, el hombre, recién llegado a la naturaleza, le ruega a sus dioses,
relata sus luchas, y deja memoria de sus viajes y aventuras.
En tiempos pasados las artes fueron la arquitectura, la
escultura, la danza, la música y la pintura. Todas sin excepción buscaban la
belleza.
Hoy las artes, sin normas ni reglas, expresan las sensaciones,
las angustias y las obsesiones del hombre. Tratan frecuentemente de provocar el
asombro, llamar a la estupefacción, o incluso llevarnos a la repulsión. Puede
el arte actual llegar a ser violento, depravado o sórdido.
La poesía es algo más que un arte. No busca solo la belleza,
sino que nos trasmite las emociones del verdadero poeta. Y si esas sensaciones
logran alcanzar la percepción del que lee o escucha un poema, entonces se
produce el milagro. El ánimo se eleva, se hacen presentes las imágenes
sentidas, y las palabras del poeta logran que el espíritu trascienda hacia
regiones alejadas del discurrir humano. El intelecto descubre nuevos
territorios, y como dijo Borges, surge la revelación de la vida y el misterio.
La poesía no es literatura porque ser escritor es tener un
oficio y ser poeta es poseer una cualidad. Por eso, se ha dicho que los poetas
tienen el esplendor magnético y la esencia de lo sagrado, y Joseph Brodsky
escribió que la poesía es la forma suprema de la expresión humana y el camino
más corto hacia la conciencia.
La poesía ha de ser viva y nunca podrá ser artificiosa. Debe
olvidar sus antiguas limitaciones de rimas, metro y metáforas, y cabalgar,
nueva, sencilla, limpia y poderosa, sobre las emociones del mundo y de la vida.
Solo el ritmo y el tono son aceptables en la creación
poética. Y en este sentido habremos de aceptar lo que dijo Léopold Sédar
Senghor cuando afirmó que la poesía es completa al convertirse en canto y debe
por tanto volver a sus orígenes, en tiempos en que fue cantada y bailada.
Pero la esencia de la poesía siempre permanecerá oculta. Y es
el poeta Álvaro García el que nos da alguna luz sobre el misterio al decirnos
que creemos, con frecuencia, que hace falta vivir mucho para escribir. Que hace
falta incluso experiencia de la vida. Pero quizá lo que haga más falta es
capacidad de descubrimiento, de imagen. La poesía es una renovación de nuestro
trato con las cosas, salvadas de un naufragio esencial, tan esencial como el
misterio de nacer o morir: pudimos no tener las cosas, no ser cosa alguna,
nosotros, no nacer, y sin embargo estamos: y ahí están las cosas ...
La poesía de Eduardo Sáenz de Varona, un poeta culto y
sensible, es moderna y actual.
Nos presenta ahora su nuevo libro de poemas Como nace un deseo sobre torres de espanto que toma su título de un
verso de la obra La Realidad y el Deseo
de Luis Cernuda, al que apasionadamente se le rinde homenaje en las páginas
finales del libro que comentamos.
Consta este libro de Sáenz de Varona de dos partes bien
diferenciadas. En la primera se incluyen dieciocho poemas, y catorce relatos
poéticos en la segunda.
Se inicia el poemario con los versos de El Extranjero, en los que el paisaje de fondo, alejado de la ciudad
tecnificada y fría, queda dibujado por el sol, el polvo del camino, los resecos
arbustos, el mar, los pinos ... y la fuerza de la vida viene dada por los
cuatro resplandecientes versos
¿Qué vendes, oh joven turbia
con los senos al aire?
Vendo, señor, el agua
de los mares
La poesía de Eduardo Sáenz de Varona se enmarca en el calor
de la naturaleza: el mar enfurecido y el tibio sol de primavera (en Unas margaritas amarillas), una gaviota
que cruza y montes azules (en La puerta de la vida), o los cormoranes (en
Impresión de mañana de domingo en abril).
Y cita también el poeta los lugares por los que discurren sus vivencias:
Sanlúcar, Algeciras, Calpe-Gibraltar, Jimena de la Frontera, Tarifa, y las
costas y montes africanos. Al final del poema Luz de otoño, los versos
Luz tamizada del temprano otoño
que indolente se cierne
en la azotea teñida de blanco y añil
parecen ser una clara imagen de la cercana y luminosa ciudad
de Tánger.
Una constante en el poemario es el detenimiento en las
referencias culturales cercanas al espíritu de Sáenz de Varona. A lo largo de
sus páginas aparecen citas de Cernuda, Tagore, Baudelaire, Antonio Machado,
Juan Ramón Jiménez, y versos de García Lorca, San Juan de la Cruz o Rilke, que
sin duda enriquecen el contenido, por sí mismo valioso, del libro.
Y en
relación con el amor del poeta por la pintura, se mencionan entre otros al
neoimpresionista Seurat y al barroco Poussin.
Pero donde los versos de Como nace un deseo sobre
torres de espanto alcanzan la
mayor intensidad es en su enfrentamiento con las preguntas
nunca contestadas que condicionan la vida del hombre. Así, en el poema titulado
El extranjero leemos
Esta tarde estás buscando el calor de la vida
y en Los gatos
orientales surge la angustia en los siguientes versos:
¿Por qué esta angustia?
y te vuelvo a narrar esas historias
orientales:
los chinos ven la hora en los ojos de
los gatos ...
la respuesta está en la vida
En el citado poema Unas
margaritas amarillas el autor
contesta poéticamente a la eterna pregunta de la metafísica:
¿Qué es la vida? ...
una ilusión rota
una música perdida en la tarde
la sonrisa amable del anciano
Y de nuevo se cuestiona la vida en Guardia de voces:
Se está cruzando
la muerte con la vida.
Juego cruel, encuentro, despedida.
o en el poema La noche
más solitaria de todas:
En este horizonte
estás caminando despacio, esperando
que llegue el ocaso sin intentar apenas
variar el rumbo que te marca la vida
En otros poemas regresan las obsesiones no resueltas
del hombre: la angustia, la soledad, el desamparo, la búsqueda, el amor no
correspondido. Y se insiste: ¿Por
qué la vida va pasando ... dejando ...su cerco de ceniza? Aunque,
finalmente, en el último poema Impresión
de mañana de domingo en abril
parece renacer la ilusión por la vida:
Y la rosa de Juan Ramón
y el magnolio de Cernuda
y tantas cosas.
Un rayo de sol ...
es lo único que importa
y también recordamos la bellísima imagen que el poeta recrea
en El exilio: su particular memoria
de la duquesa de Medina Sidonia:
En un sillón de mimbre
la figura recogida, el pelo corto
alguien escribe
Catorce relatos o narraciones poéticas componen la segunda
parte del libro Como nace un deseo sobre torres de espanto de
Eduardo Sáenz de Varona.
Vuelven aquí algunas de las constantes reflexiones que
persiguen al narrador: la angustia de alejarnos de lo que deseamos, los
pensamientos que solo parecen ceder ante la comunicación deseada, el encuentro
buscado en la senda dolorida de la vida (Kierkegaard
I), o el amor deseado que no llega, la soledad sin término (A Clara Larraque).
Y en Kierkegaard II,
aparecen otra vez las dudas metafísicas y se habla del amor destrozado y la
esperanza perdida. Sin embargo, el poeta es capaz todavía de gritar que nuestra
esperanza es la vida.
Hay en el libro un breve y poético relato en lengua inglesa,
y siguen otras narraciones que recogen nostálgicos recuerdos afines a la
cultura popular andaluza: la Semana Santa y la Feria de Sevilla en el prado de
San Sebastián.
Resplandece por un momento la vida en las palabras que
rescatan los momentos vividos una noche en la plaza de Leidseplein en
Amsterdam. Luces, flores, colores, alegría, libertad. El poeta siente ahora la
fuerza del espíritu y nos hace comprender que el hombre lo puede todo.
Avanzan las narraciones poéticas de Sáenz de Varona con los
párrafos de Willy Bellotti en el mar que contienen toda una
profunda y real exaltación de la amistad reposada junto a los lugares que se
aman. Y en El ciclo del viejo arpa
retornan los montes azules y el sol de la infancia.
Termina el libro Como
nace un deseo sobre torres de espanto
con tres relatos precedidos por una cita del poeta Horacio Carpe diem quam minimum crédula postero
(Aprovecha el día cuanto menos creas en el que ha de llegar) que nos invita a
vivir plenamente el presente sin esperar los días venideros.
Dos de estas narraciones (El Jardín de Bruna en Sevilla y El otro homenaje a Luis Cernuda) constituyen apasionadas,
profundas, íntimas, nostálgicas y enormemente valiosas creaciones que recuerdan
al perdido poeta sevillano. Citas y referencias literarias iluminan esos textos.
Y entre ellas, y como sin quererlo, se desliza el relato
titulado El Bornizo cuyas líneas,
bajo el olor del corcho recién nacido o tomado, y la compañía de hortensias y
de helechos en el húmedo monte, nos muestran toda la fuerza vital del poeta y
nos conducen hacia el poético erotismo de las imágenes evocadas.
que revelan la sensibilidad, la cultura, la notable erudición, la pericia literaria y la inspiración de su fecundo autor.
El pintor y poeta Juan Gómez Macías, autor de la cubierta |
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